C u a t r o.

31 6 0
                                    

Jessica.

La luz de los faroles iluminaba el balcón y parte de la habitación de mi amiga. Entré a pasos lentos y visualice en la esquina de este a una figura alta, por el susto que me causó pegué un grito mientras le lanzaba mi bolsa de gomitas a la cara.

Por suerte, mis gomitas no sufrieron un daño catastrófico.

Y aún mejor, no le lance el libro.

Fiu.

Pero la víctima de mi ataque (si puede llamarse así) no le fue tan bien.

—¡Oye! ¿Que te sucede?—refutó Nick.

—¿Que te sucede a ti? Me has asustado—dije poniéndome una mano en el pecho.

—¿Y tenias que lanzarme la bolsa de gomitas a la cara?—respondió.

—No tenía nada más con qué defenderme—Me encogí de hombros.

Nos miramos por unos segundos.

—¿Que haces aquí?—pregunté.

—Quería mirar la luna—respondió con simpleza.

Volteé mi vista hacia el cielo mientras me recargaba de la baranda del balcón junto a Nick. Y vi a la hermosa luna, que estaba completamente roja y las estrellas a sus lados iluminaban el cielo azul como luces brillantes.

—A eso se le llama luna roja, o luna de sangre—dije después de un rato.

Nick volteó su mirada hacia mi, asombrado.

—¿Como sabes eso?—preguntó.

—Hmm—me encogí de hombros—me gusta leer sobre la luna, las estrellas y todo lo que tenga que ver con astronomía.

—¿Y por qué el nombre de luna de sangre? —preguntó interesado.

—Se le llama así porque este tipo de luna se produce durante los eclipses lunares totales. La tierra se sitúa entre la luna y el sol, tapando la luz del sol que se refleja en la luna—respondí con emoción, pues este era uno de mis temas favoritos al hablar.

Nick me miraba con un brazo apoyado en la baranda, y su cabeza sobre su mano. La luz de la luna hacia ver su cabello más brillante.

Miré las estrellas titilando junto a la luna, y me pareció una vista tan hermosa que no pude despegar la vista de ella. Ni siquiera cuando escuché a Nick hablar.

—¿Y que más sabes sobre las estrellas?— indagó acercándose un poco más.

Voltee hacia la izquierda dónde una de mis constelaciones favoritas estaba a la la vista.

—Esa es la Coronae Borealis, mi constelación favorita—apunté hacia la izquierda.

«Fue descubierta gracias a un satélite llamado Swift, es una de las 88 constelaciones modernas. Y mide más de 10¹º años luz de longitud. La llaman asi por ubicarse ente las constelaciones de Hércules.

Nick me escuchaba con suma atención mientras miraba la constelación, y eso me causó una sensación bonita en el pecho. Pues pocas personas se interesaban de mis temas preferidos.

—¿Magnifico cierto?—pregunté mientras seguía viendo la constelación.

Hubo silencio un par de minutos.

—Si.....—respondió Nick en un susurro.

Cuando volteé hacia la derecha lo vi, observándome fijamente. Sus ojos color miel brillaban bajo la luz de la luna.

Nuestra historia bajo la luna roja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora