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Eris Hanson

Exígeme caer.
Hazme sangrar.
Disfruta de mi sufrimiento.
Reclama mi cuerpo ante tu posesión.
Hazme mentir, que en el proceso seré feliz.

◇◇◇ 🥀 ◇◇◇

No estaba pensando claramente las cosas desde la visita del pelinegro. Me había propuesto ser su novia falsa y eso me incomodaba un poco si lo pensaba.

»Nunca se trató de Poe, Damián. Siempre fuiste tú«

Esas palabras se repetían en mi cabeza, siendo acompañadas por el silencio de la noche. Había tratado dormir, pero era imposible cuando tenía sueños tan lúcidos protagonizados por Damián.

Encendí la lámpara que descansaba sobre mi mesa de noche. La luz ilumino su rostro.

Un grito ahogado por mi propia mano abandono mis labios.

—¿Qué haces aquí?

—Escuchando como dices mi nombre en tus sueños.

—Damián...

—Justo así —su tacto frío acaricio mi mejilla y me perdí en esa mirada oscura.

Él se inclinó lo suficiente, su aliento mentolado acariciando la piel de mi rostro. Sentía que sudaba en frío.

Sus palabras fueron claras aunque en un susurro: —Esto es solo un sueño, diosa de la discordia.

Un beso helado me congelo los labios y entonces encendí la lámpara de nuevo.

Esta vez no había nadie ahí, mi respiración agitada y mi cabello pegado por el sudor a cada lado de mi rostro. 

Era un sueño. Estaba soñando una y otra vez con Damián.

Queriendo una respuesta lo llame. Él no tardó en responder, aunque sabía que también lo había despertado. Ya era de madrugada.

—¿Qué pasa? —respondió a través de la llamada.

—Es que te las ingenias incluso para aparecer en mis sueños. —reclame.

—Vaya... —un bostezo por su parte me hizo cerrar los ojos, buscando paciencia —Estás soñando conmigo, ¿eh?

—Esto es serio, Damián. ¿No me dejarás en paz hasta que acepte tu estúpida propuesta?

—Ajá.

—Eres el colmo. —vocifere.

—Puedo ser tan molesto como me lo proponga.  Te conviene aceptar.

—¿Por qué?

—Porqué te protegeré. —sus palabras se hincaron en mi pensamiento.

¿Acaso él lo sabía?

—¿De qué?

—De ti misma si es necesario.

—Creo que tú eres más peligroso que yo. —una risa impropia a él me hizo reaccionar.

—Y por eso me necesitas.

Dioses de la DISCORDIA | Damián & Eris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora