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Eris

¿Que había con la conexión de una mirada oscura y un alma que albergaba la desesperanza? Su mirada irradiaba el odio con el que podía consumir mi alma desesperada por él.

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No sabía porqué me encontraba nerviosa.

Tan sólo sería una cena, una en donde tenía que fingir ser algo más que una simple compañia para Damián.

Las palabras de Damián rondaban mi cabeza.

»Para que Padme lo creyera, antes debíamos creerlo nosotros«

Asumía que tenía que tomarlo de la mano  aunque eso no fuera propio de él, pues no imaginaba al pelinegro haciendo conmigo lo que con mi amiga no hizo.

Escuche los golpes suaves en mi puerta, y al abrir me encontré con el chico del que estaba pensando.

—Ah, llegaste... —aclare con hastío.

Su mirada me dejó ver que él tampoco estaba del todo cómodo con esto.

—Después te doy una medalla por inteligente.

—Mejor vámonos ya.

—Claro.

No esperaba que Damián extendiera su mano hacía mi para tomar la mía, cómo cualquier pareja normal haría, y cuando lo hizo casi me fuí para atrás, por lo que sí tuvo que sostenerme al final, pero con más firmeza.

—¿Podrías tener más cuidado? Llevando esos zapatos podrías caer y romperte el cuello, y entonces mi plan se iría a la tumba junto contigo.

Aquello casi me sacaba una risa, pero guardé silencio, por lo contrario, decidí mostrarle mi dedo corazón. Acepte su mano y anduvimos fuera de mi casa hasta un auto que ahora sabia que le pertenecía a él.

Damián argumentaba no usarlo porque no era necesario para él, prefería andar a pie, pero la ocasión lo ameritaba.

No tardamos mucho en llegar a la casa de Poe, ambos sabíamos para que nos había solicitado. El ir combinados con nuestros atuendos era más que nada para agregar esa vibra de "conexión en pareja".

—¿Deberíamos ensayar algo? —preguntó un Damián pensativo, se giro levemente hacía mí, al terminar de aparcar el auto.

—Quizás debamos ensayar las miraditas.

—¿Y cómo es que me debes de ver?

—Con ojos de que me gusta lo que veo en ti. —respondí simple, al restarme de hombros.

—¿Y te gusta lo que ves en mi?

No tuve las palabras inmediatas para eso.

—Yo... Aaah

Damián enarco una ceja, esperando por una respuesta clara.

¿Qué si me gustaba lo que veía en él? Pues...

—Bueno, no eres feo...

—¿No? La arrogancia no es lo mío pero, me he visto en el espejo, Hanson, así que dí algo menos obvio.

Dioses de la DISCORDIA | Damián & Eris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora