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Eris Hanson

Porqué guardar silencio ya no era una opción al estar en guerra.

◇◇◇ 🥀 ◇◇◇

Había magia.

En el lugar y las palabras no dichas. En su mirada indescifrable y en la mía que era cuestionable.

En aquel conjunto de cuerpos ensangrentados a unos metros de nosotros.

Mataste por mi —lo mire fijamente, él solo me sonrió.

Y después todo se esfumó.

Me centre en Damián y dejé de imaginar aquella escena caótica.

La conveniencia del trato que habíamos acordado me mantenía aquí, frente a él, quieta.

Habían pasado unos días, mismos que ocupamos para "salir"

Padme debía tragarse el cuentito, y para eso nosotros mismos debíamos creer que aquello era real.

—Me siento patética —bufé aceptando su mano.

Bajamos un pequeño tumulto de tierra, Damián me mostraba el camino. La luna sobre nosotros nos permitía ver apenas por dónde pisabamos.

—Recuerdame preguntarte a la próxima —me solté de su mano con mala gana —¿Qué?

—No es necesario que me toques estando solos.

Habíamos llegado a lo que parecía el centro del bosque.

Era precioso, con sus pinos altos y verdes, hierba silvestre creciendo y el sonido de la naturaleza.

Damián miro atento como pequeños animalillos corrían de nuestra presencia. Ardillas, conejos y aves que volaban a lo alto a sus nidos.

—Parece que huyen de ti —bromeé.

—Seguro me conocen.

—¿A qué venimos aquí? —cuestione colocándome a su lado.

—Al duelo.

Parpadeo un par de veces y rio.

—Te voy a patear el trasero.

Damián me cuestiona entre risas y me doy cuenta que desde que tenemos menos problemas le es más fácil tener un comportamiento más ameno.

Eso, y porque ya había superado el hito.

Ambos nos ponemos en guardia, tomando el mango de la daga con la mano derecha.

Pies fijos en la tierra, mirada en frente y cubriendo el rostro. Él me mira retador y yo no retrocedo, por lo contrario, soy la primera en atacar llevando la daga a la altura de su rostro. Él esquiva exitosamente y ríe cuando me ve tambalear, cosa que aprovecha para atarme de manos y tras ejercer su fuerza contra mi soltar mi daga. Protestó y doy un cabezaso pero una vez más no logro hacerle daño y eso comienza a enfadarme.

—Creí que me patearias el trasero.

—Cállate, Damián.

Doy un paso firme hacía atrás con la intensión de pisarlo, su pecho choca contra mi espalda y nuestra respiración irregular.

Trato de concentrarme, pero mentiría al decir que no me sentía un poco nerviosa.

Creo que era lo más cerca que había estado de Damián y él... Olía muy bien. Tal y como Padme lo había descrito. Me quedé con eso, con su fragancia envolviéndome cuando me acorraló contra el tronco de un árbol.

—Suéltame —exigí, tratando de safarme.

—Ahora si luces patética, pelirroja. No pides a tu cazador clemencia, tan solo luchas por sobrevivir.

—¡No vas a ganarme! —bufé, pero no pareció importarle mucho cuando lo golpee y me libere un poco de su agarre.

Me coloque de frente a él, causando que su aliento fresco chocará con mi rostro.

Mire detrás de él, tratando de ver dónde había caído mi arma. Me sería difícil llegar hasta ella, pero no era imposible. Con todas mis fuerzas lo empuje y logré desestabilizarlo. Corrí con todas mis fuerzas hasta ese punto y caí de bruces, sintiendo su mano tirar de mi tobillo. Evite lanzar un chillido en protesta, tan solo me queje y un ardor en mis rodillas y en las palmas de mis manos se hicieron presentes. Eso no le importo a él cuando me arrastró entre la hierva.

Una vez más, él tenía la ventaja y yo luche contra ella cuando lo tuve sobre mi.

—¡Quitate de encima! —gruñí, él sonrió con malicia y coloco el lateral filoso de su daga en mi cuello.

—No te muevas —susurro.

Algo en su mirada me inquieto, pero más que eso, pareció embelesarme. Un brillo. Un suspiro y luego una presión en mi piel.

—Solo un corte...

—Estas loco —escupí moviéndome debajo de él.

Su peso comenzaba a fastidiarme.

Después hizo algo que me descolocó aún más. Acaricio el contorno de mi rostro con el filo, sin llegar a cortar. Me encontraba jadeando, como esperando el ardor punzante que causaría que él me lastimará de aquella manera.

—De cerca no eres tan desagradable, pelirroja.

—Damián...

—No digas así mi nombre, porque entonces no podré fingir nuestra relación.

—¿Qué? —pregunte en un susurro.

Y sin esperarlo, tomo un mechón de mi cabello y con su daga lo corto. No dije nada, tan solo lo observé entumecida.

—Esto ahora es mío.

—¿Para que necesitas mi cabello? —Damián me ayudó a ponerme en pie. Sacudí mis manos con cuidado al sentirlas rasposas, y tome mi daga.

—Para recordarte tu derrota.

Y comenzó a andar de vuelta por ahí. Cómo si nada. Yo apenas estaba asimilando lo que había pasado, lo que él había dicho y como lo había dicho. Lo seguí, como una fiel y tome su mano como cualquier pareja ordinaria lo haría. No pareció molestarle así que regresamos a casa tomados de la mano.

Mi vida ya no era para nada ordinaria.

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Años sin escribir por aquí:(

Espero no hacerlas esperar más, quería traerles esto y gracias por ser pacientes.

¿Les ha gustado el capítulo?

Le damos la bienvenida al salseo 7u7 y quizás más ... ¿quien sabe?

Besos amargos y rojos.

Dioses de la DISCORDIA | Damián & Eris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora