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Damián Fox

Nota importante: El plan perfecto resulta cuando conoces las fortalezas de tu enemigo antes que sus debilidades.

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Claro que sabía que ella tenía razón, en parte por eso lo odiaba. Todo lo que últimamente pasaba en mi vida, jamás me había sentido en descontrol y definitivamente no tener el control era algo que me desquiciaba.

Padme no era un capricho, nunca lo había sido, pero ahora empezaba a parecer uno. El demonio dentro de mi mente exigía, quería y deseaba sentir fluir la sangre entre mis dedos, desmembrar la piel pálida de quien ahora podía llamar enemigo, pero a su vez sabía que no ganaría mucho derramando sangre, antes de llegar a esa última alternativa, agotaria otras posibilidades.

Poe Verne no era mejor para Padme, y no podía permitirme dejarle el camino libre y desistir en el plan que había formado junto a la pelirroja. Aunque eso ahora también fuera un problema.
Eris no respondía a mis llamadas, y parecía que había bloqueado mis mensajes, por eso ahora mismo me encontraba de nuevo allanando su casa.

Entre primero por la puerta trasera, observando a oscuras la cocina. Tuve el atrevimiento de servirme un vaso de jugó de arándano antes de asegurarme de que Hanson no se encontrará cerca. Por suerte parecía que no, fue fácil llegar a la habitación de Eris y simplemente llamar a su puerta, golpeando dos veces por debajo y dos veces por encima, tal y como sabía que lo hacía su padre en una especie de clave.

Por supuesto, una pelirroja algo dubitativa abrió la puerta.

—Creí que ya te habías ido... —levanto la mirada, y por fin dió conmigo, resoplo con hastío —. ¿Por qué no me sorprende que seas tú?

—Necesitamos hablar, y no has respondido a ninguna de mis llamadas.

Terminó por colocarse los audífonos en forma de diadema y con toda la intención de ignorarme trato de cerrar la puerta frente a mí. No se lo permití, y ante la fuerza que ella estaba ejerciendo, sus audífonos terminaron por resbalarse de su cabeza. La música en tonos bajos lograba distinguirse entre los jadeos de Eris.

—¿Ya terminaste de jugar?

—No quiero hablar contigo, veté.

Quizás fueron esos ojos felinos que me atravesaron como dagas al pecho, pero para cuando ambos reaccionamos mi cuerpo ya estaba sobre el de ella, y yo ya había entrado y cerrado de nuevo su puerta.

Su respiración se escuchó aún más fuerte. Mis ojos viajaron por aquellas prendas puestas en su cuerpo.

Tire de la bufanda que envolvía su cuello, sabiendo que no era propio de ella llevar puesto una prenda así. El color violáceo y rojo en su piel me hizo recordar como la ahorque la noche anterior, y como lo había disfrutado hasta el momento que veía como sus ojos indicaban que estaba llegando a la fase donde dejaría de luchar.

—Lo siento...

No, no lo sentía, de hecho lo había disfrutado, pero eso debía creer ella, eso debía hacerme creer yo, porque entonces seguiríamos en guerra y ahora necesitaba que la pelirroja fuera mi aliada.

—Si, claro. Ahora que viste tus hazañas, dejame en paz. Estaba leyendo.

Me aleje lo suficientemente para que ella pudiera volver a respirar, y claro, porque ese tipo de contacto no era propio de mi.

—Tu padre me pidió que te cuidara en su ausencia. —mentí —Así que, ¿por qué no pasamos una velada agradable como pareja?

Su ceja pelirroja se enarco, antes de agregar una negación contundente.

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⏰ Última actualización: Aug 04, 2023 ⏰

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Dioses de la DISCORDIA | Damián & Eris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora