Bienvenida

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Tenía miedo, vaya que tenía miedo. Nadie me había advertido que aquella noche mis pesadillas más oscuras se harían realidad al observar aquella figura blanca de rostro alargado, que amenazaba con arrebatarme la cordura y sumirme en la desesperación.

No había nadie en casa. Mi corazón latía tan rápido que parecía tener vida propia y querer engullirme, si no lo hacía antes aquella criatura. Traté de huir, pero el eco inminente de una voz profunda invadió la casa. "¡Huye!", susurraba, "Antes de que sea tarde...", enfatizó.

Cerré los ojos y los apreté fuertemente. De un momento a otro estaba mirando mi cuerpo sobre mi cama y en la pared estaba escrita la palabra: "Bienvenida".

Entre puntos y comasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora