La promesa

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Quisiera prometerte que no te prometeré más nada, pero si lo hago entonces me condenaré a romper la promesa que por primera vez me comprometí a cumplir, mi palabra valdrá menos de lo que vale ahora y entonces me veré en la necesidad de pedirte que me perdones por hacerte creer que cuando alguien te da su palabra, no hay nada que pueda romperla. 

No puedo ni quiero pedirte que aprendas a ser más fuerte, quiero que comprendas que las certezas nada aseguran, que no podemos leer las intenciones, que en ocasiones la intuición falla y que a veces haber esperado más de lo que se obtiene es lo que más termina afectando.

Quisiera aprender a decir no como tú, a no temer pasar por insolente y elegir ser leal a mí misma por sobre lo que piense la gente. Recurro a ti cuando defiendo lo que creo, cuando expreso lo que siento, cuando quiero dejar claro que mi convicción va primero.

Quisiera haberte dado los recursos para marcharte a tiempo de los lugares que te hacen daño, me queda pedirte que persistas por sobre el dolor y los golpes bajos. Eres la culpable de que todavía siga soñando, de que siga creyendo en cuentos de hadas, de que aún encuentre luz en medio de la oscuridad, de que siga evitando dormir en la orilla de la cama. Eres la culpable de que a pesar de todo, a pesar de los años y a pesar de lo mucho que he cambiado, lo mejor de ti me siga habitando.

Entre puntos y comasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora