Capitulo V: Jamás pensé
Salí de allí sin que nadie lo notara, en eso era experta, exactamente no sé qué estaba sintiendo en ese instante ni que es lo que pasaba por mi cabeza, todo mi ser solo quería alejarse, y mi mente quedarse en blanco, mientras tropezaba a las personas que se encontraban en la recepción del Goondor sin pedir permiso y mucho menos disculpa. Fue como finalmente me hallé en la Av.10 con todas esas luces de autos y personas que aunque hablaban demasiado alto no podía escuchar, me sentía dentro de una especie de autismo inducido, hasta que las luces altas y el insistente sonido de la bocina de un jeep cruzaron esa frontera que había entre el exterior y mi pequeña burbuja.
- ¿Quieres morir? - Gritó un hombre mientras frenaba con desespero.
Caí de rodillas sobre la carretera frente a su auto sin responderle, aunque la respuesta a esa pregunta era más que obvia, el hombre bajo del auto, se acercó hacia mi preguntando una y otra vez si me encontraba bien, pero yo no quería hablar, sentía que si mis cuerdas vocales hacían el más mínimo esfuerzo de emitir cualquier sonido explotaría en llanto, el hombre ayudo a levantarme me puso en la acera del otro lado frente al hotel y se encaminó a su auto murmurando un montón de cosas que no alcancé a descifrar, y justo antes de subir a su auto, me miro con lástima, y exclamó:
- ¡Cuánto loco hay en este mundo!
Desde el otro lado de la acera pude mirar hacia arriba, y en el balcón del área estándar estaban todos disfrutando de su mejor día, el cual no me pertenecía a mí ni yo a ello. Con mi traje lleno de ponche tomé un taxi, le dije la dirección mirando hacia el techo del auto para evitar que las lágrimas cayeran, no quería involucrar a nadie en mi tristeza, mi casa se alejó unos cuantos kilómetros, ese día el camino fue eterno.
Finalmente, logré llegar a mi casa sin haber derramado una sola lágrima en el taxi, pero en mi garganta cada segundo que pasaba se tejía una malla de nudos. El viento por otra parte seguía arrastrando todo lo que había a su paso para chocarlo contra mí; que mala costumbre la de salir sin mis llaves. Comencé a golpear la puerta con fuerza, golpeé hasta que ya no pude más, y entonces no logré seguir conteniéndome, y las lágrimas desesperadas comenzaron a saltar de mis ojos, allí mismo, al alcance de cualquiera, y no en la privacidad de mi habitación, bajo las sábanas, con las luces apagadas. No podía controlarme sentía que era mi culpa y de nadie más; por andar buscando historias felices termine inconsolable sentada en la puerta de mi casa con un vestido lleno de ponche, espelucada, sin brillo en mis ojos, hasta los zafiros se volvieron un par de piedras azules opacas en ese momento, la cabeza me daba vueltas el mundo me dolía, estaba agotada.
Creo que no pude dormir esa noche, tuve mucho que explicarle a mi familia cuando llegaron casi una hora después que yo, me hicieron todo tipo de preguntas, la mayoría del tipo Por qué. ¿Por qué te fuiste sin avisar? la fiesta estaba comenzando ¿Por qué lloras? Fueron tantas dudas las que no le aclare a mi familia esa noche, que quizá me sintieron como una extraña, pero no podía hacer más, hasta yo me sentía así. Al día siguiente no pude bajar a desayunar, fingí estar dormida cuando Beatriz vino a despertarme, pero prácticamente mamá me obligo a bajar a la hora del almuerzo, nos sentamos como de costumbre, solo que esta vez todos me miraban a mí como si les debía algo. Yo solo dije:
- Estoy bien, no quiero hablar de anoche - Se guardó un silencio en la mesa alrededor de cinco minutos. - No tengo hambre, permiso - Dije mientras lo poco que quedaba de mí, intentaba levantarse de la mesa.
Fui a mi habitación, miraba la pantalla de mi computadora, pero no fui capaz de conectarme a mi correo, miraba hacia el techo como un niño que no comprende donde termina el horizonte.
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STALKER: Mas que un juego
ChickLitUna historia fuera de los límites de lo cotidiano revela lo vulnerable que es el juicio de Patricia, una chica llena de miedo, complejos e incertidumbre, con hábitos que por costumbre aparentan ser normales, pero son estos mismos los que la transpor...