Capitulo XXI: Incognita

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Trabajamos un rato en la propuesta de Kevin, hasta que la vibración de mi móvil nos interrumpió. Un vistazo a la pantalla me indicó que era Manuel enviando textos, trate de evitarlos y seguir en lo que hacía, pero Anthony se dio cuenta y me lo hizo saber

– ¿Quien te escribe con tanta intensidad? Deberías contestar – dijo mirando el móvil que seguía vibrando sobre la mesa

– No debe ser importante – intenté evadir la situación – quizás sea la tía Kate o Mark

– O Manuel – dijo interrumpiéndome con un tono de pocos amigos

– ¿A qué te refieres?

– Nunca he entendido tu relación con Manuel. O sea, sé que no son novios, pero esa forma tan rara de tratarte me inquieta, es como si estuviera obsesionado contigo y eso no me gusta.


¿Eran ideas mías o había oído algo de celos en su voz? No podía quedarme con la duda, así que me armé de valor, tomé aire y pregunté con la voz más calmada que pude proyectar

– ¿Son celos lo que estoy presenciando Sr Miller?
– No son celos, es más bien – hizo una pausa – no sé cómo decirlo, es que a veces – su respiración era entrecortada – cuando él está siento ganas de partirle la cara – inhaló y exhaló en un bufido – definitivamente son celos, así que ahora que tu y yo estamos juntos no quisiera verlo cerca de ti.

– Jamás creí ver a alguien como tú, actuando tan infantil
– No es que sea infantil, es que contigo me pasa algo que no se cómo explicar, siento que hace mucho tiempo te estaba buscando, o que te conozco desde siempre. Te dije que eres mi dejà vu.
– ¿Entonces se supone que estamos juntos? – pregunté enseguida para no darle largas al asunto
– ¿Acaso no es obvio? – Respondió con otra pregunta
– Pues no, nunca me pediste salir contigo
– ¿Ah no? Pues fíjate que – la puerta se abrió de golpe y entró Tania.

Era algo de costumbre para ella interrumpir algo especial, rompiendo esa química que se logra sólo en algunos
momentos y después es imposible de retomar.

– Vero te llegó esto – dijo sosteniendo un paquete blanco
– ¿Quien lo envió?
– Lo trajo un mensajero, dijo que era urgente.
– Está bien, déjalo sobre la mesa Tania y retírate

Debió haber captado la manera cortante con que la traté por lo que salió de inmediato sin decir nada más. Pero, justo cuando parecía que Anthony y yo tendríamos privacidad nuevamente, sonó su celular

– ¡Aló marcela! ¿Cómo esta nuestro padre? – Fue lo único que alcancé a oír ya que Anthony salió del despacho para atender el resto de la llamada

En ese momento, aproveché de abrir el paquete. Luego de romper todos los precintos que aseguraban la caja, encontré dentro un objeto un tanto usual; se trataba de unos binoculares negros, al levantarlos noté que un papel con una nota escrita en maquina colgaba de ellos.

– A veces solo debemos mirar al frente, no está de más intentarlo ahora.

Me coloqué los binoculares y miré a través de la ventana. Justo en el edificio del frente había un cartel pegado en la ventana que decía "No juegas sola Patty".

Escondí los binoculares a la velocidad de la luz en la gaveta de mi escritorio e intenté calmarme antes de que Anthony llegara de vuelta pero eso no sucedió, para cuando él volvió yo seguía un tanto agitada. ¿Quien era este "jugador"? eso aun era un incógnita  lo único que estaba claro  es que sabia demasiado y me estaba amenazando 

– ¿En qué íbamos? – Preguntó con su mirada seductora de la que me costaba tanto escapar
– Lo siento, estoy un poca mareada – dije evitando su cercanía
– Estás pálida ¿Quieres que te lleve con un médico?
– No no, sólo necesito un poco de descanso
– ¿Ves? te lo dije, pero tú insististe en trabajar
– Pues sí, tenías razón, iré a casa. Tendré que dejarte con todo esto
– Olvida eso, vamos, yo te llevaré
– No te preocupes, puedo ir sola – me levanté del asiento– por cierto ¿Como esta Saúl?
– Bien, él está mejorando – se puso a mi lado – ¿Estás segura que puedes ir? Insisto en llevarte, sabes que no es una molestia
– No Anthony, yo puedo ir sola. Tú revisa la propuesta – dije mientras tomaba mis cosas
– No permitiría que una chica tan linda ande mareada y desamparada por allí – afirmó usando su tono de voz seductor que me hacía derretir – y menos aún si se trata de mi chica.

Mi estomago dio un vuelco por el gesto tan lindo que Anthony estaba demostrando, fue especial que se preocupara por mí. Aunque mi malestar era falso, la atención de él hacia mi era tan sincera que no pude resistirme más, y permití que Anthony me llevase hasta la mansión donde lo despedí en la puerta con un beso.

Cuando entre a la casa, Mark comenzó a hablarme como si ya estuviésemos en medio de una conversación

– Manuel está muy ilusionado contigo, justo hoy me hablaba como si tuviesen algo más que una amistad, como si se tratara de la mujer de su vida.
– No sé de qué estás hablando – Intenté caminar hacía mi habitación, no quería hablar sobre mi vida con Mark
– No sé a qué juegas, un día vas con mi sobrino y al otro te besas en la puerta del auto del joven Miller como si fueses su novia. Vas a tener que decidir
– No sé qué te haya dicho Manuel, pero no tengo absolutamente N A D A con él
– Pues más te vale, porque Manuel no te perdonaría una traición y mucho menos con un Miller
– Mark no sé porque te pones así, discúlpame que te lo diga, pero este no es tu problema, nada de lo que yo haga con mi vida es de tu incumbencia, no tengo por qué ser interrogada en mi casa

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