Prólogo

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9 años antes

Observo el viejo Camaro SS azul del 69 que perteneció a mi padre biológico, Bobby, mi padre adoptivo me lo ha regalado por mi cumpleaños que es este fin de semana porque dice que mi padre quería regalármelo al cumplir los dieciséis, me acerco despacio hacia el coche y paso la mano con suavidad por la arañada y destrozada carrocería mientras pienso en mis padres biológicos, William e Isabella, no los recuerdo, solo sé el aspecto que tienen gracias a las fotos que mi padre me ha enseñado todos estos años, según él me parezco mucho a mi madre, dice que soy igual de hermosa que ella pero dice que tengo la misma personalidad que mi padre, alocada, divertida y fuerte; ojalá los hubiera conocido, ojalá hubiera podido pasar más tiempo con ellos pero me los arrebataron antes de que pudiera hacerlo...Cuando llego a la parte delantera tengo los ojos encharcados en lágrimas pero muevo la cabeza de manera negativa para apartar esos pensamientos de mi mente y poder concentrarme en el trabajo que tengo por delante, me coloco frente al coche y sin poder evitarlo mi vista se posa en las enormes marcas de garras que recorren el capot dejando ver todo el interior. Suspiro y niego con la cabeza mientras lo abro y veo el interior del coche, no sé si podré arreglarlo, hay demasiados daños producidos por las garras y por un momento pienso en que quizás debería llevarlo a la chatarra y desprenderme de él pero no puedo porque es lo único que me queda de mis padres junto con el colgante en forma de corazón con una foto de los tres en su interior, que perteneció a mi madre y que siempre llevo colgado al cuello. Alargo la mano hasta él mientras cierro los ojos para centrarme y calmarme, después cojo las herramientas que necesito y me introduzco en las entrañas de este viejo coche para sacar los elementos que están dañados, agachándome lo suficiente para llegar bien al fondo.

- Preciosas vistas -oigo decir a una conocida voz detrás de mí.

¡Dean! Pienso para mí mientras me incorporo de un respingo y me doy la vuelta para mirarle, aunque me quedo pasmada al verle. Está muy cambiado desde la última vez que le vi en este mismo lugar hace 3 años, es mucho más mayor, alto y guapo. Demasiado guapo. Con ese cabello rubio oscuro perfectamente peinado con un pequeño tupé despeinado y vestido con una chaqueta marrón de cuero desgastada algo grande, seguramente porque perteneciera a su padre, bajo ella lleva una camisa de cuadros azul y una camiseta marrón, y al cuello lleva el colgante que Sam le regaló hace algunos años atrás en Navidad. Paso mi mirada hasta su anguloso y fino rostro, y no puedo evitar bajar mis ojos hasta sus labios, con el labio superior fino y el inferior algo más ancho, es totalmente irresistible y tengo que apartar la mirada porque por alguna razón que no comprendo solo puedo pensar en lanzarme a besar esos carnosos labios, entonces mis ojos se cruzan con los suyos, unos ojos verdes tan bonitos que me pierdo en ellos durante un minuto hasta que al fin reacciono.

- ¡Guau! Estás increíble Dean Winchester -sonrío burlona y veo como sonríe mientras se apoya en el marco de la puerta observándome.

- Se podría decir lo mismo de ti Miriam O'Conner -sus ojos recorren mi cuerpo de manera descarada y veo cómo sus dientes muerden su labio inferior de una manera tan tentadora que me quedo sin respiración por un segundo- Estás hecha toda una mujer y eso que aún no has cumplido los 16 -Le fulmino con la mirada y me doy la vuelta para cerrar el capot- ¿Esa es la alegría con la que me vas a recibir? Pensaba que me abrazarías o algo así -termina diciendo con fingido dolor, yo me doy la vuelta con una sonrisa y camino hacia él, después le doy un suave puñetazo en el brazo.

- Nunca fuiste buen actor, Winchester, que lo sepas y si, me alegro de verte, te he echado de menos aunque no lo creas- le abrazo y sin saber muy bien porqué aspiro profundamente su aroma mientras siento un extraño y excitante escalofrío en cuanto siento sus brazos rodeándome.

- Yo también te he echado de menos pequeñaja -dice con una sonrisa sobre mi cabello y el simple hecho de escucharle llamarme de esa forma hace que sienta un cosquilleo en el estómago, un cosquilleo que reconozco suficientemente bien aunque está vez es diferente a la última vez que sentí esta sensación, ya que ahora recorre mi cuerpo hasta alojarse en mi bajo vientre haciéndome sentir una presión excitantemente extraña. 

Sombras OscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora