11. Un largo viaje

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Nico

Me puse bastante feliz al enterarme de que me iba a Texas, pero en el Pabellón mis ánimos se fueron por la borda. Todos mis amigos se iban a ir lejos y yo me iba a quedar solo. No podía quedarme quieto sin descargar mi ira sobre los demás así que me fui a entrenar contra un maniquí hecho de paja y tela. Me desahogué en él y lo dejé hecho pedazos. Mientras tanto, Will no paraba de molestarme preguntándome lo que me pasaba y eso sólo me ponía más furioso aún.

Cuando me harté y le dije que no iba a tener amigos, él también se enfadó y se fue a su cabaña. Como no había nadie más en el campo de entrenamiento lloré. No pienses ‘pobrecito de ti’ o ‘no pasa nada’, no necesito el apoyo de nadie. Simplemente lloré, me desahogué sin dejarme llevar por la furia. En otras palabras, me derrumbé sin nadie al lado para apoyarme. Quería hablar con Will, pero cuando vino le miré mal sin darme cuenta de que era él y pensó que seguía enfadado lo empeoré todo.

En la furgoneta ‘Greta’ reinaba un silencio incómodo que me hizo sentir culpable. Ese es uno de los talentos de Will. Hacerme sentir culpable cuando él es el culpable. No soporto tampoco cuando estamos en silencio. Fue un silencio muy incómodo hasta que bajamos y nos quedamos esperando en el Central Park.

En mi cabeza revoloteaban mil millones de cosas. ¿Quién era el tipo de Will? ¿Por qué tenía que ser tan complicada mi vida? ¿Y por qué se había enfadado conmigo? Mientras todo eso giraba en mi cabeza, Will rompió el silencio. Señaló un coche color amarillo oscuro (¿cómo no?) del que salió una mujer.

La mujer tenía los brazos bronceados y el pelo largo recogido en un moño alto del que sobresalían unos rizos marrón rojizo. Su cara era muy bella y tenía unas pocas pecas en la nariz. Llevaba una blusa de soles y notas musicales, algo irónico, considerando que había tenido un hijo de Apolo. Llevaba unos jeans largos y unas zapatillas adidas de color amarillo.

Primero pensé que se parecía mucho a Will, luego me di cuenta de que excepto por el pelo rojizo, era exactamente igual que Will. Él abrazó con fuerza a su madre, mientras que yo me quedaba a una distancia prudencial. Luego llegó el abrazo. Debería haberlo imaginado, Will da muchos abrazos y su madre también. Al principio no sabía qué pensar. 

Tenía miedo. No sé por qué pero tenía miedo. Entonces ella me dijo que no pasaba nada y creí que sería como los abrazos de Will pero menos vergonzosos. Me acerqué a ella y la rodeé con los brazos. Pero no. Me equivocaba completamente. Cuando la abracé, un recuerdo de mi infancia se apoderó de mí. 

Estaba en los brazos de mi madre. Ella sonreía abiertamente y me acariciaba el cabello suavemente. Entonces volví a la realidad y me aparté de ella. No quería tener más recuerdos de eso. Pero me sentí a salvo con ella. No como con Will, sino a salvo sintiendo que tenía una madre que cuidaba de mí. Sé que era una tontería, yo sólo te estoy contando lo que sentí, pero fue tan intenso que casi me pareció real.

En el viaje en coche me aburrí un montón. En la radio ponían canciones extrañas que no conocía, pero, al parecer, Will sí que las conocía porque no paraba de tararear. No sé si era consciente de que estaba haciendo eso pero no molestaba mucho así que no dije nada. Un rato después me dormí.

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Sé que igual te estás hartando de mis sueños sobre el Tártaro, pero es que era la rutina que menos me gustaba así que Hipnos disfrutaba haciéndome sufrir. Primero vi a mi madre, a Bianca, a Hades y a mis amigos del Argo 2. Luego vi a Will y la cosa empeoró.

─Nico, ¿dónde estás?─ Decía él. No soportaba verlo así, así que dejé de esconderme y me puse delante de él. Iba a abrazarlo y decirle que estaba bien pero cuando llegó, me atravesó como a un fantasma.─ ¿Nico? Por favor, aparece.─ Siguió caminando y le seguí. No quería dejarlo solo.

Death Boy (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora