12. La historia secreta de Will

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Will

Mi madre me despertó a la una de la mañana o así y me pidió que despertase a Nico. Luego él se estiró en el sofá y me entró la risa. El resto del viaje fue un poco largo pero la idea de volver a casa me animó. Cuando llegamos a casa, Nico se tiró en la cama y empezó a roncar. Creo que nunca antes lo había visto hacer tanto ruido. Y menos aún roncar.

Sonreí y me tumbé en el colchón de al lado. Cogí la bandera multicolor que me regaló mi madre al contarle que me gustan los chicos y me dormí abrazado al pañuelo. No tuve sueños así que dormí bastante bien. Por la mañana, alguien me gritó al oído.

─¡Will! ¡Has venido! ¡Qué feliz estoy! ¡Genial!─ Era Aisha, mi hermana.─ ¡Mamá me ha dicho que tienes que comprar pan!

─Yo también me alegro de verte hermanita, pero baja el volumen, Nico tiene que dormir.─ Ella se calmó un poco y me llevó escaleras abajo.─ Buenos días mamá.─ Dije al ver a mi madre en la cocina.─ Oh, ¿esas son pepitas de chocolate?─ Me acerqué, con la intención de coger una, pero antes de meter la mano en el bol mi madre me dio con la cuchara de madera.

─Eh, no comerás hasta que las galletas estén listas, mientras tanto, podrías ir a comprar pan en la panadería que hay en el barrio, si es que todavía te acuerdas de dónde está.─ Asentí y fui a vestirme y coger unos dólares. Salí de casa de buen humor y llegué justo cuando abrieron la panadería. Una chica de pelo liso largo y negro con mechas azul oscuro estaba abriendo el establecimiento. 

─¿Beth?─ Pregunté. Ella se dio la vuelta y me miró. Sus ojos eran como los recordaba, azul oscuro. Me miró sorprendida. Habían pasado seis años desde la última vez que la vi.

─¡Will!─ Dijo.─ ¡Cuánto tiempo! ¿Cuándo has vuelto?

─Justo ayer por la mañana, venía a por pan.

─Ya.─ Abrió la puerta y me invitó a pasar. El sitio había cambiado mucho. La barra estaba limpia y habían cambiado la tapicería. Me senté en la barra.─ ¿Qué pan quieres?─ Señalé la barra más grande. 

─Ese.─ Ella lo cogió, lo envolvió y le pagué.─ Bueno, debería irme. Hasta otro día.

─Adiós.─ Salí de allí de buen humor hasta que empezó a llover y me mojé. Llegué a casa empapado y al verme mi madre, me envió directamente a la habitación para coger toallas e ir a la ducha. Después bajé por las escaleras y vi a Nico con mi hermana. Me volví y subí para ver sin que me vieran. Aisha llevó a Nico a la cocina y aproveché para bajar.

Entonces Nico me vio y me apartó. Parecía un poco enfadado. Me reprochó no haberle contado lo de mi hermana y le puse de excusa que se había quejado de que tenía hambre. Entonces descubrió que le había ‘espiado’. Fuimos de vuelta a la cocina y vi las galletas milagrosas de mi madre. Cogí una y me la metí en la boca. Entonces me quemé la lengua y bebí agua.

A Nico le gustaron mucho, pero fue más listo que yo al soplar antes de comer. Luego Aisha volvió a gritar y Nico se molestó un poco así que subimos a jugar. Entonces vio el pañuelo. El pañuelo que me había regalado mi madre cuando le había contado que era bisexual. Eso fue lo que me molestó. Lo cogió y me lo enseñó. Preguntó lo que era y le dije que era un regalo de mi madre. 

Luego me lo dio y jugamos a mitomagia de mala gana. No estábamos muy contentos. Luego bajamos a comer y Nico jugó con Aisha al parchís. Después cenamos en silencio. Mi madre me llamó cuando Nico y yo volvíamos a la habitación, así que me quedé en la cocina. Le ayudé a meter los platos en el lavavajillas y me dijo:

─Tienes un amigo muy majo.─ No dijo nada más. Nada de ‘es un poco raro’ o ‘¿por qué no sonríe?’ Nada. Limpié la mesa y mi madre cogió una escoba y barrió el suelo.─ Lo amas, ¿verdad?─ Me quedé helado.

Death Boy (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora