Capítulo 33.

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— Tú estás en la lista que Estados Unidos le entregó a Rusia para que se infiltraran entre nosotros, los cazaran y acabaran con sus vidas. De hecho, nos sorprende que todavía sigas aquí. O eres muy bueno o realmente hicieron una pequeña revisión antes de entregar esos documentos. — sigue hablando. Eras tú. Se repite en mi cabeza una y otra vez. ¿Qué demonios? ¿Por qué diablos estoy en la lista de los enemigos del presidente? ¿Estamos locos o qué? Ni siquiera puedo escucharlas, estoy en shock.

— Por eso fui a ese avión. No quería que volvieras a tu ciudad para morir. No sin antes decirte lo que estaba pasando. La lié, lo sé. Pero la única razón por la que estoy aquí es para ayudarte a salvar tu vida. — todavía no puedo creer lo que acabo de escuchar.

— ¿Por qué? ¿Por qué me ayudas entonces? — le pregunto. Noto que se pone algo nerviosa.

— Porque la muy estúpida se enamoró de ti. Al igual que lo hizo con Max en aquellos tiempos. — Kristen responde por ella. — Pero no te preocupes, no será un problema. Sabe que estás casado y no hará nada para dañar tu matrimonio. Solo quiere ayudarte a sobrevivir. Al final, todos terminamos embarrados en esto. Si pudimos sacar esa carpeta sin problemas, podremos salvarnos de esto también. — añade y se sienta con su laptop. — Por cierto, ese whisky contiene creolina. Un veneno instantáneo. Lo tenemos por seguridad. — aclara. Menos mal que no bebí de él.

— ¿Por qué demonios estoy en esa lista? Salvé el trasero del presidente muchas veces y ¿así me pagan?

— El ministro dijo que una máquina estaba programada para eso. Quizás cometió un error y detectó tus acciones como agresión contra el estado. No lo sé. Es un tontería. ¿Desde cuándo confían tanto en una maldita máquina? — ostenta Kristen.

— El ministro no tiene idea de que estabas ahí. Intenté decirle pero el muy imbécil no me dejó. Además, decidí guardar silencio porque sabía que si confesaba, sufriría las consecuencias. Hasta ahora. — me mira. Que todavía no niegue lo de estar enamorada de mí, vuelve todo más fatigoso. — Podemos hablar con él y explicarle la verdad. Aunque me encierren o lo que sea por romper el acuerdo. Estoy dispuesta a correr el riesgo. Estoy segura de que si sabe que estás en peligro, hará lo que sea necesario para protegerte y así será más fácil. Quizás puedan reevaluar y eliminarte del tablero.

— Suena mucho más fácil de lo que realmente lo es. Que los rusos ya estén entre nosotros buscándolo para matarlo, da señal de que es demasiado tarde. Existe posibilidad de que lo que dices sirva. Quizás el ministro llegue a un acuerdo y el presidente haga algo por ti pero no podemos depender solamente de ellos. Hay cosas que les importan más que su gente: sus intereses. Solo miren lo que están haciendo. Intercambiando la vida de personas que quizás no sean tan culpables, como Jack, por ejemplo. Personalmente no esperaría muchas cosas buenas de gente así. — añade Kristen.

— Al menos debemos intentarlo. Estoy segura de que estará de nuestro lado.

— Yo tengo una mejor opción. — he estado pensando mientras hablaban. — Resolveré esto yo solo. Así ustedes estarán fuera de esto, podrán volver a sus ciudades y dejar de preocuparse por mí.

— ¡Ay que tierno! Gracias por preocuparte pero el problema es que ya estamos tan metidas como tú.

— Por más que quieras no podrás solucionarlo tú solo. Parece que no entiendes la gravedad del asunto. — Gwen me sostiene del brazo.

— Suéltame. — le ordeno y lo hace de inmediato. — Si algo les pasa no quiero sentirme responsable. — estoy muy consciente del peligro al que nos enfrentaremos si todo lo que me dicen es cierto.

Salgo de la casa y vienen detrás.

— Y encima es malagradecido. No sé por qué lo ayudas. — escucho a Kristen decir detrás de mí. Cree que no la puedo escuchar pero para su mala suerte, tengo buenos oídos.

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