Capítulo 22.

37 8 7
                                    

Día siguiente.

Nos levantamos muy temprano para irnos a trabajar. Descansamos demasiado ayer y hoy hay muchas cosas que hacer. Cómo amanecí un poquito inflamada, me he puesto un vestido holgado bastante hermoso y acogedor. Jack, en su lugar, se ha puesto otro traje de tres piezas al igual que ayer. Estamos frente al espejo; yo retocándome el labial rojo y él echándose perfume. Una perfume que huele muy mal.

— ¿Y ese perfume? ¿Es nuevo? — le pregunto.

— No. Es el mismo de siempre.

— ¿Y por qué huele tan mal? — frunce el ceño y sonríe.

— Pero siempre me has dicho que amas el aroma de este perfume. — parece estar incluso más confundido que yo. — ¿Por qué hoy te huele diferente? — ni siquiera yo misma lo sé.

— Solo no te lo pongas. Al menos no por hoy. — termino de arreglarme y caminamos hasta nuestros autos. Antes de poder entrar, noto que me mira de forma confusa mientras sigue sonriendo.

— ¿Qué? — inquiero.

— Nada. Es solo que... amaneciste un poco extraña hoy. — sigue sonriendo.

— No te preocupes tanto, quizás casi estoy en mis días. — bromeo con mal humor. Normalmente me hacen gracia estas cosas pero hoy no tengo ganas de reírme de nada.

— ¿Es porque me voy de la ciudad esta noche? — meter este tema desde la mañana ha sido un grave error.

— Si quieres que no me enoje más, será mejor no hablar de eso todavía ¿te parece?

— Está bien, está bien. — levanta las manos al aire. — ¿Pero no tendrás tiempo para despedirte de mí? — lo miro.

— Tú solo llámame y saldré del trabajo de inmediato. — le respondo. Debería darle un beso como despedida pero será mejor que me vaya justo ahora para no alargar más todo esto y llegar tarde al trabajo. Tengo muchas reuniones a las que asistir.

Conduzco hasta llegar a mi empresa.

Todos me felicitan otra vez, nos traen un servicio de limonadas (ya que está prohibido tomar alcohol dentro del trabajo) y brindamos por el éxito que esta nueva colección ha tenido en las primeras 24 horas.

Bebo solo un diminuto trago y lo dejo sobre el escritorio.

— ¿Tengo muchas reuniones para hoy? — le pregunto a mi asistente.

— Agendé para hoy sólo las más importantes. Pero como siempre, usted es la que tiene la última palabra.

— ¿Cuántas reuniones son en total?

— Algunas siete. — ¡Mierda! El día no me dará para tantas, mucho menos cuando tengo que salir antes para despedirme de Jack. — Si usted quiere sólo puedo organizarle dos y las demás las atenderá en las próximas semanas.

— Esa es una excelente idea. Además de las reuniones me gustaría entrar un poco más en el marketing de las redes sociales y más tarde tengo que irme a casa porque mi esposo se va de la ciudad para cumplir una misión del trabajo. — toda mi alegría se desvanece en cuanto lo recuerdo. Por la cara que pone sé que también puede comprenderme.

— La comprendo perfectamente. Ya sabe que no está obligada a nada. Usted es la que manda y la que toma las decisiones. Después de tanto trabajo, es justo que le dedique más tiempo a su familia. Nosotros podemos encargarnos del resto.

— Lo sé pero ya que Jack se va de la ciudad esta noche...será mejor enfocarme en el trabajo para distraerme. — tomo un poco del café que me ha preparado. — Muy bien entonces... ¿a qué hora es mi primera reunión? — cambio de tema con toda la actitud. Quiero que este día pase rápido. Bueno, estos tres días en realidad.

Happy People ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora