5.

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Al tercer día de haber encontrado al omega herido, la rutina se repitió para Shownu y pacientemente volvió al pequeño hospital después de haber cumplido con sus deberes de siempre, sólo que esta vez se encontró con algo distinto a los otros días. La cara preocupada del doctor le decía que las esperanzas estaban desvaneciéndose.

Apenas ingresó a la habitación y vio tal expresión en el doctor volvió a olvidar los modales y aprovechó su diferencia de altura para agarrarlo por los hombros y sacudirlo levemente.

—Dime que ocurre. —exigió casi desesperado mientras oía los repetidos quejidos del omega y sus movimientos que con el pasar del tiempo se volvían más débiles que antes. —Sólo dime la verdad.

El doctor apreció la preocupación en el rostro del alfa y se sintió mal al ver a una persona tan calmada empezar a perder la cordura por alguien. Shownu nunca antes se había preocupado tanto por algo, ni siquiera por su propio futuro, pero parecía que esa situación estaba sobrepasandolo.

—No hay mucho que decir. —dijo bajando la mirada. —Ya habíamos hablado de las consecuencias de un lazo roto, y los riesgos debido al embarazo.

Shownu soltó un fuerte suspiro.

—Debe haber algo que pueda hacerse. —dijo con rabia en la voz. —Hay tanto avance en la medicina pero no pueden adivinar que hacer en estos casos.

El doctor lanzó una mirada hacia el rostro pálido del omega que desde un par de horas atrás había empezado a sudar frío.

—De hecho la única manera de que un omega en esta condición pueda salvarlse es volver a ser mordido por su antiguo alfa. —dijo en tono de pesar. —Es sólo que casi ningún alfa que rompe el lazo con su omega quiere volver a unirlo, además es el tercer día y a estas alturas incluso teniendo la marca del alfa es difícil que se salve.

El alfa chasqueó la lengua.

—No voy a buscar a ese bastardo, y menos a implorarle para que repare lo que el mismo rompió. —gruñó por lo bajo mientras se sentaba en la silla de al lado de la camilla. —Yo soy mejor alfa que él.

El doctor le puso una mano en el hombro en forma de consuelo y aunque sabía lo que Shownu podría estar sintiendo, quiso ser sincero con él.

—Tampoco hay demasiado tiempo para buscar a un alfa prófugo. —comentó extendiendo el expediente hacia Shownu. —Sus episodios de dolor han aumentado su frecuencia y su intensidad. He aplicado el medicamento que está permitido para un omega embarazado pero no es suficiente. —soltó un suspiro. —Tampoco puedo garantizar la salud del bebé...

El alfa se quedó pensativo mientras leía el expediente.

—¿Sabes cómo se calma un omega mientras está embarazado? —preguntó con desilusión. —¿Sabes cómo se comporta? Quiero saber.

El joven doctor guardó silencio un momento.

—Los omegas son muy unidos a sus bebés. Generalmente durante los embarazos se vuelven muy pegajosos con sus alfas, y eso es porque necesitan sus feromonas para calmarse a sí mismos y a sus bebés. —explicó. —Llevar a un bebé dentro no es tarea fácil, sin embargo las feromonas de su alfa hacen todo más llevadero, algunos incluso crean sus propios nidos.

Las palabras del hombre se detuvieron al notar como los ojos de Shownu habían empezado a irritarse seguramente debido a su imaginación, así que prefirió guardar silencio, tomó el expediente y se dio la vuelta para salir de la habitación, dejandole un espacio a Shownu para que dijera algo si es que tenía que decirlo, porque esa sería probablemente la última noche en la que vería a ese omega con vida.

Sin embargo cuando estaba a punto de salir, el aparato que llevaba en su muñeca empezó a emitir un pitido muy fuerte indicándole que las feromonas del omega habían vuelto a explotar por la fluctuación de sus hormonas, lo que seguía produciendole una fiebre intensa.

—Mierda... —dijo mientras miraba en el detector de feromonas la cantidad esparcida en el aire. En ese momento dos enfermeras entraron corriendo al recibir la misma alarma del aparato y se pusieron a auxiliarlo en lo poco que podían. —Shownu, sal de aquí. —pidió el doctor al recordar que era un alfa que no estaba enlazado a ningún omega. —Puedes esperar en la sala contigua, te avisaré cuando lo calmemos. —el hombre beta iba a proceder a tratar al omega, pero al ver que Shownu no se movia volvió a llamarlo. —¿Shownu?

De repente los aparatos de la sala volvieron a emitir pitidos intesos pero con una tonalidad diferente y el detector automáticamente les dijo la verdad: el lugar estaba saturado de feromonas alfa, sobrepasando incluso el volumen de las del omega.

—¡Shownu, ¿Qué demonios haces?! —preguntó el enojado doctor. —¡No hagas tal estupidez, tú no eres su alfa! —le gritó intentando sacarlo de la sala. —¡Lo vas a matar!

Cuando los alfa de seguridad llegaron e intentaron mover a Shownu de al lado de la camilla, de alguna forma se sintieron intimidados. Esas no eran las feromonas de un simple alfa, eran las de un alfa dominante que claramente no estaba de buen humor.

El doctor intentó razonar con él por milésima vez, deseando que su amistad fuera lo suficientemente fuerte para ser obedecido.

—Shownu, por amor de Dios... —dijo al ver que el omega estaba literalmente inmóvil en su cama. —Sólo déjalo en paz. No lo hagas sufrir más, te lo suplico. —dijo buscando llamar su atención. —Yo tampoco quiero que muera, pero seguiré haciendo lo posible por...

De repente los detectores dejaron de sonar.

—Guarda silencio. —dijo el alfa, y el beta se calló. —Revisenlo. —dijo a las enfermeras.

Las mujeres no tenían ánimo ni valor para desafiar a un alfa molesto, así que también obedecieron a su orden y empezaron a revisar sus signos vitales, hasta que de repente algo en sus caras cambió.

—Esto es... —dijo la que estaba revisando la fluctuación de feromonas.

—¿Cómo es que...? —la segunda se quedó sin palabras después de revisar su pulso. —Doctor...

El aludido fue a revisar por su cuenta todos los aparatos y notó una normalidad escalofriante en todos, asi que al final fue directamente donde el omega y puso un dedo frente a su nariz para poder sentir su tranquila respiración.

Después de convencerse a sí mismo que todo estaba bien, miró a Shownu con mucha sorpresa.

—¿Cómo está? —dijo el alfa volviendo a su expresión habitual de preocupación y calma.

El doctor sonrió levemente.

¿Qué locuras somos capaces de
hacer por desesperación?

¿Qué locuras somos capaces dehacer por desesperación?

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