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Antes de que Kihyun fuera dado de alta del hospital, Shownu creyó haber comprado lo necesario para que él tuviera una vida tranquila y entretenida sin lugar para el trabajo o el aburrimiento, porque después de todo, la prioridad era cuidar mucho al bebé de su pancita sin que él se preocupara por nada, por eso compró una televisión y aunque no era fanático de la lectura, también compró unos libros que tenían títulos interesantes y que creyó que podían gustarle a Kihyun para que se entretuviera mientras él estaba fuera de la casa.

Cuando descubrió el amor de Kihyun por la cocina, trató de conseguirle los utensilios necesarios y un par de libros de recetas de comidas saludables con la finalidad de que experimentara cuanto quisiera, y se nutriera a sí mismo y al bebé para que ambos pudieran desarrollarse sanos y fuertes durante esa etapa. Sin embargo, aunque los días pasaron y los desayunos variaron, Kihyun no podía dejar de sentirse inútil en casa.

Estaba acostumbrado a trabajar arduamente, rodeado de papeles y con la cabeza llena de números y cuentas, y por eso sentía que no podía acostumbrarse a una vida hogareña que sencillamente no le pertenecía.

Shownu se levantaba muy temprano a trabajar y aunque se notaba totalmente feliz al degustar los desayunos experimentales de los libros de recetas, sentía que no hacía lo suficiente por él, ya que el alfa se iba y volvía hasta muchas horas después, a cubrir algunas necesidades de la casa, y a ayudar con la cena aunque el omega le dijera mil veces que podía hacerlo solo. Pero su trabajo ni siquiera acababa ahí, pues Kihyun ya había notado que antes de que él se acomodara en su nido, el alfa impregnaba las sábanas y las almohadas con todas las feromonas posibles, e incluso cuando él ya estaba durmiendo, sabía que él llegaba para soltar un poco más de sus feromonas mientras acariciaba su brazo, para darle un descanso más profundo. Entonces el sentimiento de inutilidad seguía presente, poniéndolo muy triste.

En uno de esos días, Shownu se levantó temprano como siempre pero justo cuando iba a darse una ducha se sorprendió de ver a una conocida figura en la cocina, sollozando. Todas las alertas del alfa se activaron y se acercó rápidamente a él, pensando que algo malo había ocurrido con el bebé, o que tenía dolor en algún lado, pero se sorprendió al ver que el menor no sólo estaba sentado en el suelo envuelto en su sábana, sino que también estaba comiendo una enorme porción de pastel casero que había hecho el día anterior, mientras lloraba.

—Kihyun... —le llamó suavemente para no asustarlo. —¿Qué ocurre? ¿Por qué estás aquí? —susurró agachandose para quedar a su altura, recibiendo una mirada de tristeza tan pronto como se acercó. —¿Te duele algo? ¿Quieres ir al hospital? —cuestionó acariciando su cabello. —Por favor, dime.

El omega sollozó, negó con la cabeza y después de tragar un bocado grande de su postre, se limpió la cara con la sábana.

—Quiero ayudarte con el trabajo. —dijo casi en forma de súplica.

Shownu se sorprendió de la petición, porque incluso si se trataba de algo emocional esperó que fuera algo acerca de su pasado, o quizá el asunto de extrañar a su familia, pero no eso.

—¿Cómo? —dijo sin comprenderlo. —Es decir... ¿Por qué querrías eso? Ni siquiera sabes cual es mi trabajo, además no creo que sea adecuado que...

—Por favor... —pidió tomando la tela de la camisa de su pijama en las manos. —Quiero ayudarte, no importa cual sea el trabajo. Voy a hacerlo, por favor, por favor... —dijo pegando la frente en el pecho del alfa, recibiendo inmediatamente una ola de feromonas calmantes que tanto había necesitado durante toda la noche.

El corazón del alfa dolió tanto por aquella súplica que no pudo evitar soltar un respiro profundo. ¿Cuántas veces ese hermoso omega habría suplicado por una cosa vanal en su vida?

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