21. Debilidad

5.4K 359 194
                                    

Aclaración:

Este capítulo no me gustó, pero una vez más, no quería estar tanto tiempo sin actualizar, por lo que mejor no le di tantas vueltas y lo dejé así. Si lo sienten un poco forzado, no se preocupen, luego le daré mejor desarrollo para que quede perfecto.

Recuerden que esto solo es un borrador y, cuando concluya, tendrá una corrección inmensa por algunos errores que se me han ido por ahí.

Sin más que decir, pueden pasar a leer.

¡Disfruten!

***

Moví mi pierna sin parar, impaciente, la ansiedad haciendo efecto cuando miré que nunca mencionaban el nombre de mi madre.

Estaba tan lleno que me sentía muy asfixiada a pesar de que había aire acondicionado y estaba sentada, pues hoy parecía que había sido el día donde todas las mujeres quisieron hacer cita con el ginecólogo.

—Eso me pasa por agendar a mi nombre y no al de mi marido—reprochó ella misma, arrepentida de no haber usado la influencia de Axel. Sabía que no lo hacía para verse interesada, pero esto era un caso urgente y las personas como el personal no ayudaban nadita.

—Nota mental: usar el apellido Smith siempre—recomendé, pero ella negó.

—No, es el amor de mi vida no mi pase para el paraíso... bueno, a veces, pero ya me entiendes—ladeó la cabeza, dejando sus manos en su abdomen aún plano.

Hice una mueca al entender a lo que refería, más no le tomé importancia.

—¿Si sabes qué cuando te cases, usarás su apellido? —le alcé una ceja.

—Lo sé, créeme qué sí. Sin embargo, no quiero que nadie de su familia me vea como una arrimada que solo está con él por su dinero como en el pasado. Yo amo a ese hombre demasiado, jamás lo vería de esa manera—su labio tembló como si tal se echaría a llorar. Afirmé que así era por las hormonas, así que le pasé la mano por la espalda en un intento de consolarla.

—Ya, mami, sé qué no es por eso—tomé su rostro y dejé un beso en su frente—. Axel sabe perfectamente que lo amas, que le den a su familia o a quién sea, que él sepa que no es así basta y mucho.

Sonrió levemente.

—Gracias, mi vida—me tiró un beso al aire que me hizo sonreír.

—De nada.

Luego de unos minutos en silencio y en espera, decidí ir a la cafetería por un refresco para mamá, pues la pobre tenía demasiada sed y el bebé necesitaba de agua también. Al llegar a ésta, una mujer rubia y bastante hermosa con algunos centímetros más que mi madre, estaba esperando algo por lo que me esperé a que la atendieran primero a ella. Me puse a su lado, le sonreí con amabilidad cuando me quedó viendo con unos enormes ojos azules, casi celestes que me parecieron divinos al igual que ella. Y más con la luz del sol, parecía un ángel.

—Tiene unos ojos preciosos—le comenté después de que recibiera su pedido y yo ordenara un jugo de fresas para mamá.

—Gracias, tú también—contestó con educación y sonrió ladinamente, tomando un sorbo de lo que parecía ser té helado.

—Me lo dicen a menudo, heredé la belleza de mi madre—comenté, orgullosa. Pagué con la Black Card y el muchacho que atendía me entregó el jugo. Sorpresivamente, me fui en la misma dirección que la mujer, pues íbamos al mismo lugar.

La regla de no hablarles a desconocidos se fue al carajo, Camilita. Mamá no va a estar muy contenta.

Ignorando mi conciencia, decidí ser chismosa y preguntar.

Exceeding Limits |Libro 1| |BORRADOR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora