Capítulo 1

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Desde que tengo memoria he sido lo más ordenada y limpia posible, creo que soy la única en esta familia que tiene esa cualidad, eso claramente se refleja en cada rincón de mi habitación.

—¿Otra vez limpiando tu habitación? —dijo una voz detrás de mí, voz que reconocí de inmediato, era mi hermano.

En ese momento recordé que había dejado la puerta entreabierta.

—No, ¿no ves que estoy jugando? ¡Obviamente estoy limpiando!, deberías intentarlo algún día, ¿no crees? —dije sarcásticamente dándome la vuelta para verlo.

—No, gracias. Para eso está la sirvienta.

—A veces te comportas como un verdadero idiota.

—Ya lo sé, aunque, si lo notases o no realmente no me interesa —dijo frío.

—Y su nombre es Olga —dije refiriéndome a la sirvienta —y si yo puedo aportar en algo lo hago, para que ella tenga menos carga.

—¿Entonces, que chiste tiene que nuestro padre la haya contratado, si no va a hacer el trabajo completo? —dijo con tono irónico.

—Trata de ser un poco más humano ¿quieres? En fin, no voy a discutir. ¿Qué quieres, Dylan?, ¿para qué has venido hasta aquí a interrumpir? —pregunté molesta al ver que seguía ahí parado.

—Vine a decirte que le bajes el volumen a tu música, porque te recuerdo que no vives sola, y yo necesito dormir —dijo enojado.

Había estado tan concentrada en limpiar que no me di cuenta de que la música estaba tan alta. Por suerte que la habitación de mis padres está bastante alejada de la mía, porque si no creo que me regañarían prácticamente todos los días. Sin pensarlo dos veces tome el control de mi televisor y le baje el volumen.

—Ya. ¿Contento? Ya te puedes ir —dije, rogando que se fuera, y seguí limpiando.

—Sí. Por cierto...

—¿Y ahora qué? —pregunté interrumpiendolo enojada y dándome la vuelta para verlo, otra vez.

—¡Maldita sea déjame terminar de hablar! —gritó enojado.

Me asusté un poco, pero no dejé que él lo notara, así que rápidamente pregunté seria: —¿Por cierto qué? Habla rápido.

—Me llamó la tía Esther, claro que eso fue después de que me despertaras, dijo que la llamaras, que es importante —respondió y rápidamente se fue.

En cuanto escuché sus palabras y se fue, camine hacia mi mesa de noche, tome mi celular y vi que tenía dos llamadas perdidas de mi tía, así que la llamé.

Al tercer tono ella contestó.

—¿Hola?, ¿Margarita? —preguntó ella.

—¡Hola!, ¡sí, soy yo tía!, ¡Margarita! —dije emocionada.

—¡Mi dulce niña!, ¿cómo estás? —preguntó contenta.

—Estoy bien tía, gracias. Dylan me comentó que usted quería hablar conmigo.

—Que bien, que bien. Sí, ¿quería saber si me puedes ayudar con algo?

Tú y yo probablemente nunca... ¿O tal vez sí? [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora