Capítulo 2

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《Al parecer todo sigue igual》pensé, al quedarme viendo la heladería apenas llegué.

Imaginé que cambiaría algo, pero no. Hace ya como...tres o dos años que no vengo por aquí. Si no mal lo recuerdo la heladería abría a las ocho en punto de la mañana, por eso no me parece raro que en la puerta principal tenga el letrero que dice: "cerrado", así que me dirigí a la parte de atrás donde se encuentra una puerta que es solamente para el personal, según recuerdo.

Mientras caminaba hacia la parte trasera de la heladería pude ver a un chico recostado en la pared junto a la puerta del personal, al parecer se está tomando un café.

Y sin despegarse de la pared giro su cabeza en mi dirección. 《Seguro se percató del sonido de la bicicleta acercándose a él》pensé.

Es un chico bastante simpático de tez blanca, cabello corto y castaño, alto y por lo que veo va al gimnasio, porque se carga un cuerpazo que ufff...

Contrólate apenas y lo viste; me digo a mí misma.

—¡Buenos días! —dice el chico, al ver que yo ya estaba casi a un lado de él —tú debes ser Margarita, ¿cierto? —preguntó indagando y dándole un sorbo a su café.

Ya que estoy más cerca de él, pero guardando mi distancia, puedo ver que tiene unos ojos color azul casi hipnotizantes.

—Así es. ¿Cómo lo sabes? —pregunté.

—Pues...eres la única chica que está pasando por aquí y yo estoy estoy esperando a una chica también, así que supuse que tú eres a quien yo estoy esperando —dijo con una pequeña risa.

—Tiene mucha lógica —dije rápidamente con una sonrisa de labios cerrados —Y tú debes ser Aaron, ¿verdad?

—Exactamente. Estoy para servirte —dijo separándose de la pared y haciendo una pequeña reverencia ante mí, luego se hecho a reír —Entremos, no perdamos más tiempo, tengo que enseñarte lo que debes hacer antes de que empiecen a venir los clientes. Puedes dejar tu bicicleta aquí.

—¿Y si alguien la roba? —pregunté preocupada por la bicicleta.

—Tú tranquila, no le pasará nada —dijo despreocupado.

—¿Estás seguro?

—Sí —respondió confiado.

—De acuerdo —dije aún preocupada poniendo la bicicleta a un lado de la puerta.

—Vamos —dijo velozmente. Sin previó aviso me tomó de la mano y me llevó adentro de la heladería.

Tengo el ligero presentimiento de que no me voy a aburrir trabajando aquí.

-

—¡Tienes talento!, ¡choca esos cinco! —dijo Aaron con una sonrisa al ver que en mi primer intento de servir un helado me había salido excelente.

Rápidamente choqué los cinco con él, "¡plas!", tiene unas manos muy suaves.

—Jajaja —reí —gracias, pero tal vez solo fue suerte de principiante —comenté.

—¿Suerte? Para nada, eso es un don nato, porque hacer un cono perfecto es arte —dijo convencido.

—Exageras, no es para tanto —dije sin darle mucha importancia.

—Si tú lo dices, pero... a mí me tomó casi una semana poder hacer un cono de tres niveles sin que se me cayeran los copos de helado y tú prácticamente lo hiciste en unos minutos.

—¿Tan así? —pregunté curiosa.

—Solo digo —dijo mirándome a los ojos.

Sentí como mis mejillas empezaban a arder por como él me estaba mirando, pero no duró mucho, porque interrumpí diciendo: —Y... ¿ahora qué hacemos con los helados de prueba?

Tú y yo probablemente nunca... ¿O tal vez sí? [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora