Listo. Ya terminé de acomodar los conos.
Me limpié las manos en mi delantal de color celeste, para luego quedarme de pie frente al mostrador sosteniéndome la quijada esperando a que llegaran más clientes.
Por uno de los grandes ventanales de la heladería pude ver a un grupo de chicos conversando en la otra acera de la calle, uno de ellos volteo a ver en mi dirección, yo aparte la vista para que no notara que los estaba observando, luego de reojo vi como todos se despedían y uno de ellos venía hacia acá.
La puerta se empieza a abrir y la campanilla suena, "tilín", mi postura cambia de sostenerme la quijada a estar totalmente de pie.
Parecía caminar en cámara lenta.
Es alto, tiene un cuerpo atlético, lo sé, porque puedo ver como la ropa le queda perfectamente ajustada haciendo que realcen sus músculos, lleva puesto: unos tenis muy sucios, un pantalón de beisbol al parecer, una camiseta negra cubierta de tierra, su cara de tez blanca está mojada, ¿es sudor?, su cabello negro, también, está mojado y hacia atrás, a excepción de un mechón que cuelga por debajo de su ceja derecha. Está parado frente al mostrador, yo estoy del otro lado, tiene unos ojos color esmeralda hermosos, tan hermosos, que no tendría problema en verlos por el resto de mi vida.
《Carajo...》pensé al darme cuenta de que lo estaba observando mucho.
Aparte mi vista de él por un momento para tratar de comportarme normal.
Al parecer no se dio cuenta de que prácticamente me lo estaba comiendo con los ojos.
Menos mal.
Aclaré un poco mi garganta.
—¡Buenas tardes! —dije con una sonrisa de labios cerrados que me estaba temblando.
¿Por qué estoy tan nerviosa?
—Hola —dijo él amablemente —me puedes dar un helado de tres niveles, por fa.
—¡Sí, claro! —dije exaltada.
¿Por qué grité tanto?
Me voltee para empezar a servir el helado.
—Creo que aún no te he dicho de qué sabor los quiero —dijo él detrás de mí con una pequeña risa.
《Sí, bueno. No me di cuenta de que no te había preguntado, porque usted joven beisbolista se ve realmente guapo y me puso nerviosa》pensé en decirle al escucharlo, pero no lo hice.
Cerré mis ojos con fuerza al darme cuenta de que tenía razón. Me di la vuelta para preguntarle de que sabor quería los copos.
—Cierto. Lo siento. ¿De qué sabor quieres los copos? —pregunté con el cono envuelto en una servilleta y sosteniéndolo en mi mano.
—Chocolate, fresa y vainilla. Estaría bien.
—Napolitano entonces —dije yo con una sonrisa.
Es tan lindo.
—Algo así —dijo él alzando una ceja y moviendo un poco su cabeza.
—Sí, es napolitano —dije segura mirándolo.
—No —dijo él acompañando su respuesta con un movimiento de lado a lado con su cabeza.
—Sí lo es. El napolitano es chocolate, fresa y vainilla —dije reafirmando.
—No. El napolitano solo es napolitano si cambinas los tres sabores de: chocolate, fresa y vainilla para crear un solo copo —respondió él con una sonrisa perfecta de sabelotodo.
—Si tú lo dices —dije alzando mis cejas en desaprobación.
—Ok —dijo él en un tono un... poco sarcástico.
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Tú y yo probablemente nunca... ¿O tal vez sí? [EDITANDO]
RomanceAmada por su familia, incluyendo al histérico de su hermano. Amada inesperadamente por dos chicos totalmente distintos. El problema; ella no se ama así misma y ni siquiera de la manera en que ellos lo hacen. ¿Quieren saber porqué? Pues...