Capítulo 8

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Mientras Mike conducía una duda vino a mi cabeza y no titubee en hacérsela saber, así que le pregunté: —¿Cómo sabías que a esta hora tenía que ir a la heladería? —pregunté confusa mirándolo.

Él me miró de reojo mientras manejaba y respondió: —lo supe por el enorme horario que está grabado en la puerta principal de la heladería.

—Cierto... —por supuesto que el horario está grabado en la puerta, ¡tonta!, pero bueno al menos él aclaró la duda que tenía; él estuvo todo este tiempo pendiente de a qué hora salía y a qué hora entraba a trabajar. ¡Ja!, increíble, eso sí que no me lo esperaba.

—¿Por qué? —el entrecejo de Mike se frunció.

—No, por nada. Solo curiosidad —contesté velozmente.

—¿Y yo te puedo hacer una pregunta? —preguntó.

—Seguro —respondí.

—No pude evitar notar que cuando saliste de tu casa tenías los ojos rojos, ¿acaso estabas llorando? —él hizo su pregunta parando el auto en un semáforo en rojo.

Yo no contesté.

—Una de las cosas que incluye mi nuevo comportamiento amable es no hacerte sentir incomoda, así que no te preocupes si no tienes ganas de responder yo entenderé —continuó diciendo él con un tono de voz comprensivo.

—No, está bien. Mmm... fue una simple pelea de hermanos. Eso es todo —dije, la fugaz imagen del brazo de Dylan apareciendo en mi mente.

—Fue una pelea bastante fuerte, ¿no es así? —preguntó posando sus ojos en los míos.

Di un suspiro y respondí: —sí, lo fue —mi mirada bajo.

El auto volvió a la marcha hasta llegar a la heladería. Estacionó en la parte trasera del establecimiento.

—Gracias por traerme y por no comportarte como un tonto otra vez —dije bajándome del auto.

—¿Yo?, ¿un tonto? —preguntó sarcásticamente.

—Estoy bromeando, —dijo ligeramente sonriendo —aún seguiré trabajando en lo de no comportarme como un idiota, si es eso lo que se necesita para salir contigo —agregó.

—El ser coqueto es algo que siempre va por delante para ti, ¿no es así? —dije cruzando mis brazos.

—¿Qué te puedo decir? Creo que es algo que ya está dentro de mí —respondió riendo.

Yo sonreí a su estúpida broma que ni siquiera tiene chiste alguno.

—Bueno aun así gracias, necesitaba un momento tranquilo después de lo de... tú sabes —comenté refiriéndome a la pelea con mi hermano.

—Sé a qué te refieres —dijo él. —Es más, ¿sabes qué?, para que te sientas mejor, ¿por qué no vamos a una fiesta está noche? El anfitrión es un muy buen amigo mío y estoy seguro de que no le molestará que te lleve —continuó diciendo.

«¡¿Ya oíste?! ¡Es una fiesta! Yo de ti no iría. Solo imagínate como te quedará viendo la gente cuando entres, lo que hablarán de ti. ¿Segura que quieres hacer el ridículo frente a toda esa gente sabiendo que llegarás a un lugar en el cual no encajas en lo absoluto?, porque si es así, suerte, después no digas que no te lo advertí. Yo de ti no iría ni en broma.» pensó mi subconsciente con baja autoestima.

—¿Qué dices?, ¿vamos? —Mike irrumpió en mis pensamientos para traerme de vuelta al presente —mira que hoy tienes salida temprano del trabajo —agregó.

Alcohol, fiesta, chico guapo; tres cosas que suenan de película para cualquier chica, para cualquier chica como yo, que nunca ha estado en ese tipo de ambientes, ambientes del cual ha sido excluida por mucho tiempo de su vida hasta hoy que aceptará su invitación.

Tú y yo probablemente nunca... ¿O tal vez sí? [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora