Capítulo 5

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Él estaba caminando demasiado rápido en mi dirección.

Su cabello negro se movía de un lado al otro por las ráfagas de viento que aparecían cada cinco segundos.

Se ve demasiado bien; chaqueta de cuero color negra, camiseta blanca y unos pantalones negros muy a su medida.

Es perfecto.

Pero no me saldré de la tangente. Este imbécil casi me mata con su auto.

¿Qué demonios querrá?

—¡Casi me arrollas con tu auto! —dije enojada al ver que él ya estaba cerca.

—¡Se más responsable y maneja con cuidado! —continué.

Él parece tan relajado, como si lo que le dije no le molestara en lo absoluto.

Mike dio un gran suspiro metiendo sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón. 

—Que idiota eres —comenté.

Saqué la bicicleta de entre mis piernas para esquivarlo y seguir mi camino, pero al pasar por su lado él detuvo la bicicleta con su mano izquierda.

Yo aún tenía mis dos manos puestas en el manubrio de la bicicleta.

—¿A dónde crees que vas? —preguntó él con su tono de voz grave.

—¿Qué?, ¿te importa?, además, ¿qué quieres?

—Tú sabes lo que quiero.

—Pues no sé qué es, ¿podrías soltar la bicicleta, por favor?

Claro que recordaba que era lo que él quería; una cita, pero como dije, no le daré el gusto a alguien tan ególatra como él, además, de que es un completo desconocido.

 ¿Qué tal y me salga como: Joe Goldberg de la serie You?, no, gracias.

—¿Por qué tanta urgencia en irte? —preguntó, Mike, aún deteniendo la bicicleta con su mano. 

—Tengo que ir a mi casa a descansar, porque hay personas que tenemos responsabilidades, seguro esa es una palabra que tú no conoces.

—Para tener una cara tan linda tienes un genio terrible —comentó él.

—¿Vas a soltar la bicicleta o no? —pregunté enojada.

—La soltaré solo si me aceptas la cita —respondió rápidamente. 

Estoy cansada, no he cenado, necesito una ducha y este chico realmente ya colmo mi paciencia.

—Para ser un chico... —le di un vistazo de arriba hacia abajo — guapo, pareces estar muy necesitado. Qué lástima, quiérete un poquito —dije seria.

—Puedes decir lo que quieras, pero yo sé que en el fondo te mueres por salir conmigo, —sus labios se moldearon en una sonrisa de orgullo —además, creo que soy la única persona que te ha invitado a salir en toda tu vida.

Este si es mucho imbécil, aunque tiene razón.

Nadie nunca me ha invitado a salir, pero preferiría salir con una silla antes que con él, porque ¿quién aguantaría su personalidad tan presumida?

—¿Y tú qué sabes? —pregunté molesta sin saber que más decir.

—Yo sé muchas cosas —respondió.

—Ajá. ¿Ya puedes soltar la bici?, tengo que irme —insistí.

—Ya te dije que lo haré, solo si aceptas salir conmigo.

¿Qué acaso no se cansa?

—Te voy a dar hasta la cuenta de tres para que quites tu mano de mi bicicleta —dije dándole un ultimátum.

Tú y yo probablemente nunca... ¿O tal vez sí? [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora