Capítulo 4

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Él no apartaba sus ojos de los míos y a decir verdad yo tampoco le quería quitar la vista de encima, su pregunta hacía eco en mi cabeza: —Dime, ¿qué puedes perder con arriesgarte?...

No quería ser tan obvia de que él me atraía, así que respondí: —no pierdo nada, pero tampoco voy a salir con alguien al que apenas conozco.

—Yo sé tu nombre y tú acabas de conocer el mío, así que ya no somos desconocidos —comentó él apartando su vista de la mía.

—Que sepa tu nombre no quiere decir que te conozca —fruncí mi ceño en desaprobación a lo que él estaba diciendo.

—Sí, claro. Miedosa.

—¿Qué dijiste? —pregunté rápido al captar lo que él había dicho entre dientes.

—Dije que eres una miedosa, además, yo no muerdo —respondió él en un santiamén con un toque de ironía.

Él piensa que por ser un chico muy sexy yo me estoy muriendo por decirle que acepto la salida con él, y la verdad es que sí tiene razón, pero según mi mejor amiga, Thais, quién tiene una relación de casi tres años y es más experta en estas cosas que yo, una vez me dijo: "tienes que dejarte desear y hacerle creer a esa persona que tú eres un gran trofeo que no puede tener tan fácil".

A decir verdad, no creo que ese consejo aplique para mí, soy una chica con sobrepeso, no creo tener tanto poder como para hacer que alguien me desee tanto.

—¿Por qué tanta insistencia en que salga contigo? —pregunté cruzándome de brazos por querer entender cuál era la insistencia que él tenía.

—¿Es acaso un delito pedirle a una chica que salga conmigo? —preguntó dándole unas lamidas a su helado que ya se empezaba a derretir a montones.

Sé lo que está haciendo, evadiendo preguntas con otras preguntas.

—No, pero—

—No me conoces, lo has dejado claro —dijo él interrumpiéndome y completando lo que yo iba a decir como si me hubiera leído la mente.

—Exactamente. Por cierto, ¿tus padres no te enseñaron modales?, porque cuando una persona está hablando no tiene que ser interrumpida —dije enojada, porque él ya me había interrumpido dos veces.

Su rostro se arrugó en molestia, como si lo que le dije le hubiera dolido y molestado muchísimo.

Él se acercó a mí, yo sigo cruzada de brazos.

Él suspiró, alzo una ceja y agregó: —déjame decirte algo, ¿en realidad crees que no noté como te gusté desde el momento en que crucé por esa puerta?

Mis intentos de ocultar mi gusto por él fueron en vano.

—Pues notaste mal —fue lo primero que pude decir para ocultar mi interés en él, aunque no sirva de mucho.

—No, no lo creo.

Puede que no tenga el poder para que alguien me desee, pero tampoco daré mi brazo a torcer tan fácil, estoy segura de que a él le duele más que ataquen su ego de niño lindo y peor aún una chica con mis características.

Estoy segura de eso.

—Pues créelo -dije fría.

—No lo creo, ¿quieres saber por qué? —preguntó él.

—¿Por qué? —contesté yo con otra pregunta.

—Porque tu mirada de deseo te delata, la he visto antes y es muy difícil de ocultarla —respondió él en un tono muy seductor, su voz grave le da un plus excitante.

Tú y yo probablemente nunca... ¿O tal vez sí? [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora