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Un mes, solamente faltaba un mes para el baile de otoño. Las noches comenzaban a ser aún más largas y las hojas de los árboles tomaban un color anaranjado.

Sasha había conseguido entablar una conversación con Anne sin que ésta estuviera en completa negación. Marcy le ayudó, Marcy le había ayudado a recuperar su amistad y para felicidad o tristeza lo habían logrado.

Marcy jamás supo la razón, lo único que la hacía feliz era saber que su pareja y su amiga de la infancia habían resuelto sus problemas.

El trío se encontraba caminando y riendo de tonterías que decía la rubia, Anne sonreía cada vez que veía a Sasha y viceversa. Algo dentro de Marcy molestaba pero siempre lograba ignorarlo, confiaba en ella plenamente. Ambas chicas comenzaron a hacerse más cercanas cada vez, a la azabache le parecía normal, era lo que hacían los amigos que pelean, se reconcilian y se hacen más cercanos, ¿Verdad?
Pasaron los días con total tranquilidad hasta que ocurrió algo.

—Marcy Wu, ven acá.– habló una mujer mayor.

La azabache se encontraba en su hogar haciendo sus deberes escolares, algo dentro de su rutina ya que no tenía una cita con Anne ese día. Al escuchar la voz de su madre proveniente del comedor, Marcy se dirigió a dicha habitación con cierto temor recorriendo su cuerpo, no había hecho nada malo, pero aún así el miedo sigue ahí.

—¿Qué ocurre, Mamá?– comenzó a jugar con sus dedos, cosa que notó su madre.

—Tranquilízate, no te voy a castigar.– rodó sus ojos.– Quería pedirte que invitarás a tu... – dudó por un instante.– A cenar, quiero conocerla.

Marcy abrió sus ojos con sorpresa, como un ciervo asustado y sintió como su cuerpo se llenaba de adrenalina.

—¿Qué? –musitó.

—¿Eres tonta? Te he dicho que la invites a cenar.– dijo con irritación.

—Pero...– las palabras no lograban formularse de una manera coherente, por su mente pasaron mil y un escenarios diferentes.

—Nada de peros, hoy, a las 8.– dió media vuelta dándole la espalda a su hija, significaba que la conversación había terminado y Marcy lo sabía.

Salió de ahí y se dirigió a su propia habitación. No sabía si saltar de emoción o tirarse por un puente. Que su madre quisiese conocer a su pareja era completamente bueno y normal, ¿Verdad? Sus esmeraldas se llenaron de lágrimas «¡Si, si, si, si!» dijo entre susurros mientras daba pequeños saltitos felices.

Llamó a Anne y le contó lo ocurrido, Marcy no la vió pero estaba completamente segura de que su novia había puesto una cara de horror total debido al cambio en su voz.

—¡¿Qué?!– gritó en la bocina de su celular y Marcy lo separó de su oído.

—Anne, no grites, te escucho perfectamente.

—Oh, si, perdón.– aclaró su garganta.– ¿Qué?– volvió a preguntar pero esta vez en un micro grito que parecía más chillido.

Marcy rió por aquello.

—¿Si puedes? ¡Por favor! Tal vez quiera cambiar de verdad.– comentó con felicidad en su voz.

—Está bien, MarMar.– sonrió aún que ella no la pudiese ver.– Estaré ahí.

La azabache saltó de emoción.

—¡Gracias, Anna Banana!– abrazó su teléfono.

—¡Hey, regrésame eso!– escuchó a su novia un poco lejos del parlante del teléfono.

𝑁𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 "𝐶𝑙𝑖𝑐𝑘"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora