𝑁𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 "𝐶𝑙𝑖𝑐𝑘"

21

Era domingo por la noche, en todo el fin de semana Marcy no había abandonado su habitación más que por alimento y prácticamente fue porque su madre la obligaba a comer. Intentó contarle a su progenitora que era lo que había pasado en múltiples ocasiones, sin embargo un nudo se instalaba en su garganta y le impedía el habla hasta que terminaba derramando lágrimas sin control alguno.
Anne había intentado contactarla reiteradamente, no obstante había sido ignorada en su totalidad, incluso había ido a visitarla a su hogar pero su madre, al notar el estado tan vulnerable de su propia hija, le había pedido de favor que se retirara, hasta se ofreció a llevarla a su hogar, oferta que fue declinada con respeto y amabilidad.

A lo largo del fin de semana, Marcy había intentado olvidar lo sucedido de diferentes maneras sin obtener un resultado positivo. Anhelaba que el tiempo se detuviera pues al día siguiente tendría la obligación de asistir a la Universidad pues era época de exámenes y no podía permitirse faltar, si, sus calificaciones eran perfectas e impecables pero aún así no quería perder un examen que sería sencillo para ella.

Con valor y pocas horas de sueño, la chica de cabellos azabaches se levantó con pesadez y eligió su conjunto de ese día, ropas completamente negras. Tomó una ducha realmente larga, no tenía energía para absolutamente nada y era algo muy notorio. Se vistió y bajó con su madre quien le había preparado un Waffle, el desayuno favorito de Marcy.

—Sorpresa.– dijo en cuanto le mostró el platillo a su hija.– Te dará fuerzas para ir a la escuela hoy.– sonrió y Marcy sintió su corazón doler.

—Gracias, Mamá.– se acercó y la abrazó con fuerza hasta que las lágrimas salieron casi al instante.

Cuando el llanto fue controlado, Wu pudo terminar su desayuno.
Su madre se ofreció a llevarla a la Universidad, oferta que fue aceptada pues Marcy no se sentía con los ánimos de caminar. Subieron al automóvil y emprendieron el camino a la institución que ahora contenía mil y un recuerdos para la chica de ojos esmeralda, recuerdos que hacían su corazón doler con intensidad una y otra vez. Cuando estuvieron frente a la entrada, Marcy se despidió de su madre con un abrazo.

—Cuídate, mucho.– dijo y sonó más como una súplica.– Si no quieres hablarles, no lo hagas, hija.– apretó su mano e intentó darle apoyo con una sonrisa.

De lo poco que la señora Wu había podido entender de los relatos de su hija eran los nombres de su novia Anne y su amiga Sasha por lo que supuso que eran parte del problema.
Marcy forzó una sonrisa para intentar dejar tranquila a su madre, a pesar de ello no lo logró. Se despidió nuevamente y bajó del vehículo dejando atrás su zona segura.

Entró a la institución y caminó al pasillo donde se encontraba su casillero y como era de esperarse, Anne se encontraba ahí recargada esperándola con claro nerviosismo y preocupación. En cuanto sus miradas se encontraron, Savisa corrió a abrazarla, sin embargo Marcy se quedó estática en su lugar.

—¡Marcy! ¿Estás bien? Estaba muy preocupada.– habló con rapidez y la taiwanesa solo la miró.

Anne entendió y se separó de ella con vergüenza en su mirada.

—Escucha, Marcy, lo que pasó en el baile...– comenzó a explicar pero fue interrumpida.

—¿Aún la amas?– preguntó y su mirada se fijó en el piso.

Boonchuy la observó con sorpresa, no esperaba para nada esa pregunta por muy obvia que sería.

—¿Qué?– musitó y finalmente sus ojos se encontraron.

Los zafiros de Savisa estaban bien abiertos, mientras que las esmeraldas de Marcy se encontraban sin brillo, parecía exhausta e incluso podía notarse la cantidad de horas que había pasado llorando.