Un extraño león

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—¿Cuánto tiempo más tardaremos? —decía Kion quien ya lucía cansado y agobiado.

—Si no nos encontramos con algún imprevisto, llegaremos a media noche.

Al parecer Kion no había podido descansar lo suficiente y ya se sentía cansado de todo el viaje, habían estado caminando toda la mañana sin parar y el clima de la selva no favorecía mucho. Simba, al contrario, seguía familiarizado con la humedad de la selva en el ambiente.

Daban un paso tras otro sin imaginar que había ojos vigilantes a su alrededor. Los tres leones desaliñados que los habían atacado con anterioridad, ahora buscaban 'venganza' porque el joven león no les permitió robar la comida del reino de Ruo. Su plan era simplemente atacarlos por la espalda sin que los percibieran ni en un instante.

Simba y Kion platicaban mientras estaban a punto de salir de la selva cuando, de pronto, de entre un par de árboles pequeños pero anchos y llenos de grandes hojas con diferentes tonalidades de verde, saltaron los tres atacantes. El líder aterrizó encima de Simba, mientras que uno de los otros dos se fue contra Kion.

Simba se sorprendió al ver al león de melena y pelaje oscuros sobre él ya que, efectivamente, no sospecharon ni por un segundo en que hubiera alguien siguiéndolos.

—¿Nos recuerdan? Hemos regresado —dijo el líder con voz rasposa y malévola tratando de intimidarlos.

—Sí —contestó Simba de la misma manera y mostrando todos sus dientes listo para atacar. Luego giró su cabeza y se percató que también tenían a Kion en la misma situación que él.

—Déjenos ir —gritó Simba mientras le daba un zarpazo en el rostro al león para poder enderezarse. Luego, inmediatamente se abalanzó contra el otro que estaba encima de Kion y así su hijo pudo ponerse de pie.

—Vaya, debo admitir que eres listo, pero no lo suficientemente fuerte. —Dicho esto, la camada de tres empezó a pelear contra Simba.

Lo que decían sobre el rey era verdad, desarrollarse en un ambiente sin leones o sin necesidad de cazar durante su estancia con Timón y Pumba no le favoreció demasiado, sin embargo, era astuto y analizaba bien la situación en la que podría encontrarse al momento de pelear con alguien.

Los tres no paraban de lanzarle mordidas y zarpazos, y Simba hacía lo posible por esquivarlos y a su vez atacarlos. Mientras tanto, Kion trataba de atacarlos por la espalda desesperado y olvidando los consejos de su madre y todo lo que alguna vez había aprendido en las Tierras del Reino.

Sólo se escuchaban gruñidos y rugidos por el lugar cuando, de pronto, un cuarto león salió de la nada, se colocó frente a los 'malandros' y se dirigió a ellos con un tono molesto:

—Yebo, vete de aquí y deja a estos caminantes en paz.

—Tim, que sorpresa —dijo con falsa impresión—, pero esta no es tu pelea así que apártate.

El león, al parecer llamado Tim, atacó a Yebo, el líder. Simba, al ver dicha acción, no dudó en hacer lo mismo.

Tim, de pelaje color bronce y melena café, los atacó cruelmente hasta que finalmente él y Simba se deshicieron de ellos.

—Ya verás la próxima vez que nos veamos —amenazó Tim antes de que los tres se rindieran.

Después de ver cómo se alejaban maldiciéndolos, y aún con la respiración agitada, dijo Simba amablemente:

—Gracias por ayudarnos, no tenías que hacerlo.

—No hay de qué, Yebo y sus amigos me tienen cansado y esta fue una buena oportunidad para darles lo que merecen —respondió Tim muy confiado de sí mismo—, además, no creo que hubieras podido solo y menos con él... ¿Quién es?

Cuando los Leones se ConocenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora