Un Rey en apuros

169 11 2
                                    

Kion alzaba su mirada hacia lo más alto del lugar después de escuchar el estruendo del ruido, mientras veía sorprendido al causante.

Simba se encontraba en la cima, y después de haber provocado que todos captaran la atención en él y no en su hijo, bajó rápidamente. Ahora Zira y él estaban frente a frente.

Kion, atemorizado por la llegada de su padre y ahora por el cómo lucían él y Zira, sólo pudo observar lo que vendría después. No sabía por qué sentía que no debía entrometerse más en lo que ahora se había convertido en un problema.

—Simba.

—Zira.

Los dos leones se dirigían al otro con tanto odio que hasta al mismo rey le sorprendió.

—Simba, cuánto tiempo sin verte... una vez más —dijo Zira con voz amistosa, pero con su gran sonrisa siniestra.

—Deja tranquilo a mi hijo —dijo Simba sin perder de vista ni un segundo a Zira.

—Oh, tu hijo. Simba, ¿por qué no me había enterado de que tenías otro hijo? Acaso lo hiciste para olvidar a...

Simba gruñó fuerte y molesto preguntó:

—Qué es lo que estás haciendo aquí, sabes que lo tienen prohibido. Es mejor que tú y tu manada se alejen para siempre.

—Creo que debo recordarte que este reino no te pertenece, era de Scar hasta que tú lo mataste.

—Yo no lo maté, fueron las hienas, no soy un asesino como él —hizo una pausa, se acercó más a ella hasta verla claramente a los ojos y continuó—, o como tú.

Kion, rodeado de las leonas de Zira, sólo podía ver cómo discutían completamente aterrorizado, nunca había visto a su padre tan furioso y Zira parecía que lo único que buscaba era provocarlo; no entendía por qué existía tanto rencor entre ellos dos ni comprendía todo lo que decían.

Mientras tanto, Zira respondía al comentario de Simba:

—Pero si yo ejecuté mi plan a la perfección. —Se sentó, y levantando su pata observaba sus afiladas garras despreocupadamente, y sin siquiera mirar a Simba, quien cada vez la veía con más odio, continuó con la conversación— Aún recuerdo ese día como si fuera ayer, él llegó a mí y todo lo demás fue muy sencillo. —Y con un tono más malévolo pero a la vez burlesco, terminó— Pobrecillo Kopa ¿Sabes cuáles fueron sus últimas palabras? "Mamá, papá... por favor" y eso fue todo. —Zira sonrió mostrando sus colmillos— No estuviste a tiempo para salvarlo, si tan solo hubieras llegado antes no habría muerto. —Luego volteó hacia donde estaba Kion— Supongo que no te gustaría que se repitiera de nuevo ¿o sí?

Simba, con la sangre hirviendo corrió, hizo a un lado a las demás leonas con la fuerza de su cuerpo y tomó al cachorro para llevarlo a una roca alta.

—Vete de aquí Kion ¡Corre!

Mientras tanto, Zira les gritaba a sus leonas dándoles órdenes.

—Dejen al cachorro ¡Ataquen!

Kion vio a su padre a los ojos para luego trepar las rocas restantes y llegar a la cima, pero casi inmediatamente se quedó inmóvil observando cómo Simba y las demás leonas comenzaban a pelear, así duró unos instantes hasta que por fin fue capaz de mover sus patas y correr lo más rápido posible en busca de ayuda, cuando en el camino se encontró con Zazú quien lo vio desde su árbol.

—Kion ¿qué pasa?

—Es papá, está en los límites del reino, y ¡están peleando! —respondió muy agitado.

Cuando los Leones se ConocenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora