De regreso a casa

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Antes de empezar quiero advertir que este capítulo es un poco corto a comparación de los anteriores, pero ya los siguientes trataré de extenderlos un poco más... y por cierto, muchas gracias a los que han seguido la historia.

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En esta ocasión, el sol salió por debajo de las praderas pero igual de brillante que en las tierras de los dos visitantes. Los leones vecinos del reino de Ruo se despidieron y se retiraron desde muy temprano, mientras que los que vivían más lejos de éste se quedaron a comer algo que Fanua, pareja de Ruo, junto con las leonas de su manada, habían cazado.

Estaban todos reunidos por un lado, mientras que por el otro se encontraban un poco más apartados Kion y Cora disfrutando del momento y dando a conocer su cachorro interior.

—Me alegra mucho el haber venido, no imagino cómo fui capaz de sobrevivir tanto tiempo sin haber tenido una amiga como tú —dijo Kion con voz suave mientras sonreía sin apartar su mirada de la leona.

—Basta Kion —decía mientras soltaba una risita nerviosa pero a la vez burlesca—. No es para tanto, deja de comportarte de esa manera. —A simple vista parecía que sólo pretendía burlarse del joven león, sin embargo, por dentro se sonrojaba tanto, le parecía muy tierno aquel visitante y, aunque no fue mucho el tiempo el que pasaron juntos, le pareció agradable y un buen amigo.

Cora no se hubiera salido de sus pensamientos si no fuera por el comentario tan sigiloso de Kion.

—¿Escuchaste eso? Parece que viene de atrás.

El de melena rojiza había escuchado ruidos detrás de la cueva donde estaba la comida y, después de que ambos se miraran a los ojos como si esperaran la aprobación del otro, fueron a revisar qué podría ser. Al momento de echar un vistazo, Kion logró ver a los mismos tres leones que los habían tratado de atacar a él y a su padre en la selva antes de llegar al lugar en el que se encontraban, y ahora trataban de robar toda la comida.

Cora se asustó un poco al ver a aquellos leones, pero permaneció allí a lado de Kion. En cambio, este último hizo su mejor esfuerzo para rugir lo más fuerte posible y, al poder hacerlo con éxito, les pidió sin mucha cordialidad que se alejaran de ahí y dejaran la comida.

Al ver que los habían descubierto y que podrían llegar más leones al ataque, decidieron no arriesgarse y obedecieron alejándose del lugar lo más rápido posible no sin antes mirar con ojos de odio al de melena rojiza.

Así como supusieron los tres ladrones, al momento de escuchar el rugido, todos los leones se dirigieron al lugar para ver qué era lo que ocurría.

—Vaya chico, sí que eres bueno —dijo Ruo mientras veía a los intrusos huir, por lo que Kion sonrió apenado por el cumplido. Él sólo había evitado que se robaran su comida.

Finalmente, volvieron a reunirse y comieron lo suficiente para después partir. Simba le agradecía a Ruo y lo invitó a que algún día fuera a su reino, mientras que los amigos sostenían otra conversación.

—Cora, ya es hora de que me vaya —dijo Kion muy desanimado.

—Lo sé, te extrañaré mucho. —Terminando la frase recargó su cabeza sobre el hombro de Kion por unos segundos—. También yo a ti —respondió el macho y continuó—. Si algún día tengo la posibilidad de venir lo haré, todas las veces que pueda, te lo aseguro, y así podremos pasar más tiempo juntos.

Cora rió ante la actitud de Kion para después darle un pequeño beso en la mejilla.

—¡Kion, debemos irnos y no puedo dejarte aquí o no sé qué sería capaz de hacerme tu madre! —gritó Simba a lo lejos viendo a los dos enamorados.

Kion se sonrojó, se despidió una vez más teniendo el deseo de no alejarse, pero finalmente y ante la insistencia, se fue con Simba.

Mientras padre e hijo caminaban de regreso a casa, Simba comenzó a hablar y a hacer preguntas como si se tratase de un interrogatorio.

—Veo que hiciste amigos, ¿cómo se llama esa leona?

—Cora —dijo Kion algo apenado.

—Parece que le agradaste bastante diría yo. ¿A ti también?

Kion captó lo que trataba de hacer su padre, que era "molestarlo", así que de una forma muy seca y golpeado respondió:

—Sí.

—Vamos Kion, cuéntame ¿sí te gustó? —dijo Simba de forma picaresca.

—¡Papá! Ya basta, sólo hice una nueva amiga y eso es todo —respondió molesto, aunque en el fondo su corazón sentía algo más por ella, pero a su vez comenzaba a parecerle tonto, sólo se conocieron por un día y posiblemente jamás se volverían a ver, aunque trataría de sí cumplir su palabra al prometer regresar algún día.

—Y a ti cómo te fue, ¿qué tal la pasaron? ¿Llegaron a un acuerdo? —Cambió de tema repentinamente.

—Sí, sí, todo salió bien. Hablamos sobre el agua y las sequías más que nada.

—Observé que por unos instantes te alejaste con... ¿su nombre es Ruo? —preguntó dudoso ya que en realidad no había prestado mucha atención a todo lo demás que sucedía a su alrededor.

—Sí, es Ruo. Es que lo conozco desde hace tiempo y somos buenos amigos, por eso decidimos platicar un momento solos. ¿Entiendes, no? —Trató de esconder la mentira que allí ocultaba; por muchas razones no deseaba contarle lo que en realidad había ocurrido. Sin embargo, Kion lo vio algo dudoso y dijo sin estar convencido—. Sí, claro. —En realidad aún desconocía muchas cosas de su padre, no solían hablar más allá de lo que sucedía en su día, así como nunca escuchaba historias provenientes de él, siempre venían de Rafiki o de su madre ya que conservaba más cercanía con ella a diferencia de Kiara quien siempre parecía muy unida a ambos.

Kion fue pensando sobre esto cuando, después de un rato de silencio y tranquilidad, Simba retomó el tema de Cora y, tratando de bromear con su hijo o incluso tal vez de hacerlo enojar, invirtió todo el tiempo del trayecto tratando de temas como el amor, temas que Kion decidió ignorar y lo único que esperaba era que su padre dejara de hablar. Al final del largo día, encontraron un cómodo lugar entre las raíces de un gigantesco árbol para dormir en la selva. Kion durmió como si no hubiera descansado en años, pensando en aquella leona de pelaje dorado; lo admitía, se sentía enamorado y encantado de ella.

Continuará...

Cuando los Leones se ConocenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora