Efímeros

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Efímeros.

Tú y yo éramos las efímeras burbujas de la soda que derramé cuando chocamos.

Tus ojos fueron lo primero que miré,
tan verdes como una esmeralda, y tan vibrantes como el verano que nos rodeaba.

Aún recuerdo la primera vez que vi tu piel bajo los inquietos rayos del sol,
se sintió como la danza más hermosa que había visto en mi vida entera,
y desde ese momento supe que quería dedicar mis días a cuidar de ti.

Me parecías la criatura más bella que ha existido.

Y la forma en que tu voz sonaba cuando pronunciabas mi nombre me hizo caer a tus pies.

Todo cobró sentido cuando te conocí, todo se iluminó.

Eras tan suave como la melodía que tocaba mi guitarra, igual de delicado.

Desde la primera vez que te besé supe que me volvería adicto a tus labios,
y así fue.

De las hierbas caían pequeñas gotas de rocío, mientras el sol evaporaba los charcos de la lluvia de la noche anterior,
y las cigarras nos cantaban su eterna canción
pero yo solamente podía mirarte a ti.

Fue el verano más caluroso,
se sintió como el rojo que pintaba tus pálidas mejillas cuando me acercaba a ti.

Todo era más cálido junto a ti.

Y entre más tiempo pasaba a tu lado, más seguro estaba de que quería envejecer contigo.

No quería que fuéramos eternos,
quería que fuéramos efímeros,
quería serlo contigo, quería desvanecerme a tu lado.

Eres mi número uno, y siempre lo serás.

En todos los veranos, y en todas las estaciones.

Un poema inspirado en Doukyuusei.

Un sorbo de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora