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Cántame con tu meliflua voz,
llévate el dolor, como sólo tú sabes hacer.

Sigo persiguiendo tu fantasma cada noche,
buscando en él tu calor, ahora inexistente.

Sigo intentando encontrar tu mirada entre el mar de gente que hay en las calles,
y admito, que aún te espero bajo el viejo roble de tu parque favorito.

Ansío volver a escuchar el hilo de tu fina voz que solía acariciar mi piel cada tarde,
sigo deseando verte correr bajo el suave manto del sol, dejando que la brisa te envuelva.

Las hojas del otoño crujen bajos mis pies, aplastarlas se siente bien.

El cielo es gris, al igual que mi interior,
el gris dejó de ser un buen color desde tu adiós.

Un sorbo de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora