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Amaba ese pequeño departamento en el que viví, lo hice mío por completo, lo convertí en mi mundo.

Amaba ver a la gente tomar el metro,
amaba ver como corrían para llegar a tiempo a sus trabajos, sus escuelas o lo que fuese.

Diría que era refrescante ver a los demás vivir sus vidas.

Adoraba las calles y sus historias,
¿cuántos besos habrán presenciado sus grietas?,
¿cuántas risas, peleas, lágrimas?

Solía acercarme a las paredes, esperando a que me revelaran las historias que guardaban en su pintura desgastada.

Siempre amé el ruido de las distintas y miles de conversaciones,
ver como los rayos del sol se colaban por los enormes edificios,
como iluminaban todo con su magia.

Me gustaba el gris del pavimento,
el gris es un color hermoso si lo ves con los ojos correctos.

Me gustaba ver llover y observar como todos corrían,
mirar a la ciudad ser purificada con la poderosa tormenta,
escuchar el ruido que hacía el agua al caer
y como creaba un nuevo mundo con sus frías y duras gotas.

Miraba todo desde el pequeño balcón
y yo era feliz,
porque amaba mirar la vida, la gran ciudad y los árboles que alzaban muy a lo lejos.

Un sorbo de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora