COLD HANDS

CAPITULÓ II

"La felicidad es la certeza de no sentirse perdido".
***

.T/N POV.

Me abrió la puerta...

¡Mis poderes funcionaron! Después de tanto tiempo.

Salí rápidamente por esa puerta vieja y oxidada, que rechinaba al abrirse.
Me detuve al rozar su hombro.
Retrocedí hasta ubicarme frente a frente con este chico.

—Gracias lindo. —Le di un beso en la mejilla y salí corriendo.

El no intento detenerme, estaba en estado de shock.

Corrí lo más lejos que pude, fui tan rápido que no pude observar en donde estaba, solo noté que era una casa enorme, con millones de puertas, las paredes eran de un color negro verdoso y no había mucha iluminación. Era una ventaja y desventaja, podría haberme chocado contra algo o alguien, para mi suerte no había nadie y al estar oscuro no era fácil notar mi presencia.

Me detuve al ver una ventana enorme, era 5 veces más alta que yo.
No lo pensé y corrí hacia ella, los cristales caían, junto conmigo.

.MATTHEO POV.

Logre des hipnotizarme, pero ya era tarde...esa zorra se había salido con la suya.

—Mierda —Suspire preocupado por lo que diría mi padre sobre esto.

La busqué por toda la casa y no la encontré.
Pase por un pasillo oscuro y al final de él logre ver una ventana rota.

Maldita perra, se escapo.

Comencé a dar vueltas al rededor del pasillo mientras me mordía las uñas, estaba tan nervioso que cuando quise darme cuenta cayó una gota de sangre de mi dedo índice.

Millones de preguntas recorrían mi mente.

Mierda, ¿que le dire a mi padre?.
Me matara.
"Ella me hipnotizo" esas palabras le serán más que suficientes para degollarme.
Antes de que pudiera pensar más formas en las que mi padre me mataría, me gritaron.

—¡Mattheo! —aulló mi padre desde el piso de arriba.

Mierda mierda mierda

Respire profundo y me calme. Subí directo a donde se encontraba el y me acerqué.

—¿Ocurrió algo? Pareces perdido. —Pregunto sin algún interés y con una sonrisa malísiosa.

El jamás se imaginaría que deje escapar a una presa y menos a la hija de su mayor enemigo.
Mis manos temblaron pero las escondí detrás de mi para que no las notara. Suspire.

—Grindelwald...s-se escapó. —Me trabe al hablar, estaba demasiado nervioso por la reacción de mi padre, mi piel se puso como la de una gallina.
Mi padre abrió sus ojos como plato, y me miró de la misma manera que un leon a su presa.

—¿Que?...¿¡COMO PUEDES SER TAN ESTUPIDO!? —Me gritó furioso, estaba tan enojado que mientras me gritaba logre sentir pequeñas gotas de saliva caer sobre mi rostro.

—¡MALDICIÓN! —Estiró sus brazos y empujó unos adornos de cristal que habían sobre una mesa.
El sonido del cristal impactar contra el suelo aceleraron mis latidos, mi cara se puso pálida y comencé a sudar.