CAPITULO VI

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"Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano".
***

Me fui lejos de todos, siendo específica a la otra punta de Hogwarts.

En muy pocas ocasiones suelen entrarme esas ganas de querer alejarme de todos y estar sola, pero no lo digo como si fuese algo malo, mucha gente piensa que estar solo puede causar trastornos psicológicos o depresión, en mi caso, me encanta estar sola, es un sentimiento hermoso, cuando entiendes que en este mundo de mierda solo te tienes a ti, es como sentir ese viento ligero recorrer todo tu cuerpo, también aprovecho ese momento para pensar en todo, siempre suelo tomar buenas desiciones luego de dedicarle tanto tiempo a algo.

En este casó, pensé en Riddle.

No me importa que tan lejos debía llegar, pero necesitaba saber algo íntimo de él, algo que le afecté demasiado hasta el punto en el que se arrodille ante mi y pida piedad, lo tendré como un perro con correa, seré inmune a él.

En ese momento pensé...su familia.

Una familia está compuesta principalmente por un padre y una madre, pero...
¿Quien es su madre?.

Levante la mirada y me di cuenta que estaba frente a la puerta de la sala común de Ravenclaw.

Segundos después volteo a ver a una chica de cabello casi blanco y ojos celestes claros, se acercaba a mi con una hermosa sonrisa.

—Hola T/n — Saludó con un tono de voz bajo.

—Hola Luna.

—¿Que haces por aquí?

—Está parte de Hogwarts es muy tranquila, y yo necesito eso más que nada.

—¡Oh genial!, yo iba a hacer exactamente lo mismo, ¿quieres que vayamos juntas? — Murmuró emocionada.

Luna solía pasar la mayoría de su tiempo sola, nadie quería acercarse a ella por ser "rara", siendo sincera yo también la creo rara, pero no rara de asco o algo así, me parece increíble ser diferente a los demás, y eso es un don que nadie se lo va a poder quitar.

—Si, claro. — Le sonreí.

Luna es realmente una gran amiga, la conocí en primer año.

Recuerdo mi primer día aquí, yo estaba sola, nadie quería acercarse a mi, probablemente por mi apellido.
Un día de esos yo estaba llorando en el baño, hasta que escuche el ruido de la manija de la puerta abriéndose, ahí la vi, me miro y noto que no estaba bien, se acercó con tranquilidad, se notaba que no era la primera vez que ayudaba a alguien.
Nos pusimos a hablar y ella me consolaba, con palabras dulces, a los 10 minutos me sentí bien de nuevo.
Era increíblemente asombroso lo que podía hacer una niña de tan solo 11 años.
Al otro día me regaló un muñequito de porcelana, con un aspecto similar al mío. Estuvo todo el día preocupándose por mi.
Es una de las personas que realmente vale la pena conocer.

Nos dimos un recorrido por varios lugares, aulas vacías, pasillos oscuros, cocinas, etc.

En el camino pensé más sobre la madre de Mattheo. Luna se dio cuenta que estaba muy pensativa y me pregunto.

—¿En que piensas? — Pregunto con tono curioso mirándome mientras caminábamos.

—Es un chico — Suspiré.

—¿Puedo preguntar que hizo?

—Desde que llegue aquí no para de fastidiarme, y eso que apenas me conoce, pero estoy segura que no parara hasta que no me den más los ojos para seguir llorando.

COLD HANDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora