"Capítulo 6"

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"El mensaje"

Alessia

Algunos de los principios para que te de una maravillosa taquicardia, es que tu corazón debe latir como... ¿a mil por segundo? Bueno, en pocas palabras, esto provoca que no bombee bien la sangre; te llega a faltar el aire. Y es lo que estoy sufriendo ahora, voy a morir de una taquicardia.

¿Por qué falta de aire? ¿Cuál es la causa?

Estas loca, Alessia.

Haber conciencia, checa el siguiente mensaje:

"Buenas noches, Juvertson.

¿Aun sigues pensando en mí?"

¡Carajo! ¡Que se cree!

Pues, se cree el amor de tu vida.

¡Cállate! ¡Cómo molestas, conciencia castrosa!

Eres una entrometida, lamentablemente formas parte de mí; de mi ser, mi cuerpo y mi vida. Fuera un poco más fácil sin mis pensamientos internos; pero bueno...no sé lo que planea, pero voy averiguarlo.

Claro...

Después de tratar de tranquilizarme por un momento, decidí empezar a escribir; esta distinguida persona se está volviendo un bicho insoportable. Mi mensaje decía lo siguiente:

"Buenas noches, Ryan. Dime ahora, ¿Qué se te ofrece? ¿No te basto con robarme mi primer beso? Idiota."

Que gran mensaje de mi parte, me considero una poeta de alta clase.

Después de analizarlo por un tiempo y no saber qué otra cosa escribir, o algo más innovador, estoy a punto de enviarlo —decidida a mandar el mensaje—, pero, siento un aliento cálido en mi oído, esos tipos de alientos que te hacen brincar del susto.

—¡Carajo! —grite asustada.

—Hey, tranquila —escuché la voz de Abigail—. ¿Estas bien?

—S—si —respondí nerviosa mientras ocultaba mi celular.

Abigail es ingenua, pero no tonta. Ojalá no lo note.

—Deja ver lo que traes en la mano, —ordenó mientras cruzaba sus brazos.

Mierda, mierda, mierda.

Trague grueso, me puse derecha y con un tono firme hable:

—No.

—Soltó una risa. —Muévete, Alessia.

—Sabes que no te lo daré.

—Oh claro que sí, lo harás, a las buenas o a las malas.

—Primero muerta —respondí desafiante.

—Como tu prefieras. —Rio malvadamente.

Se quedó unos segundos estática, estaba preparándome para recibir su feroz ataque, aun así, no hizo ningún movimiento, pero seguí viéndola fijamente. Esos segundos se convirtieron en minutos, así que decidí hablar:

—¿Ya te rendiste?

—No, aún no, pero lo descubriré. —Sonrió angelicalmente, se dio la vuelta y camino para la puerta.

Por fin, decidió irse.

Yo solo le regalé una sonrisa triunfante mientras la veía salir por la puerta, entonces se detuvo y dió media vuelta.

—Oye, ¿quieres algo de la cocina? —preguntó.

—No, puedes retirarte.

—Entiendo... —amplió su sonrisa, corrió y se abalanzo sobre mí.

"Una historia de..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora