"EL comienzo de un plan"
Alessia
—¿Estás loca?
—No.
—¿Te fumaste culantro?
—Mmm...¿No?
—¿Estas con fiebre?
—Tampoco.
—¿Entonces?
—Entonces nada, son un coro de exagerados.
—¡¿Exagerados?!
—Sí, tienen miedo de meterse en problemas.
—¡¿Crees que es un pequeño problema meterse a la oficina del director y robarte documentos de un estudiante?!
—Pus...¿Sí? —Sonreí angelicalmente mientras alzaba los hombros y todos me miraban incrédulos por mi plan—. Igual, solo los voy a tomar prestados.
—Creo que te llevaremos al psicólogo. —Aseguró James.
—No, al manicomio. —Contradijo Abigail.
—¡Oigan! —bufé.
—Bueno, tendrán que llevar a dos locas al manicomio. —Me apoyó Raizel.
—Disculpa, serán tres locas. —Corrigió Irene.
—Gracias —sonreí y miré a Kaitlyn—. Y tú, ¿Qué opinas, Kaitlyn?
—¿Saben que es algo arriesgado? ¿Verdad?
—Ujum...Sí, si puede ser arriesgado. Pero, será una gran aventura po—
No termine de hablar cuando me interrumpió Kaitlyn.
—Acepto.
La miré, sonreí y di varios saltos mientras me daba una vuelta. En estos momentos me doy cuenta que soy una "gran convencedora".
—Y reiterando o corrijo lo dicho: Ahora seremos 4 locas. —Pronunció Abigail.
—Por Dios...—murmuró James mientras tapaba su cara con una mano y movía su cabeza en negación.
Se podía notar su expresión de irritación y molestia, no dejaba de repetir ese movimiento, pues, aún trataba de seguir analizando lo dicho. No se lo cree. Se que a él no le gusta este tipo de cosas. Pero, necesito su apoyo en este plan.
—James, por favorcitoooooo. —Rogué.
—No.
—¿Shiii?
—Nop.
—James, por favor.
—No, no voy a cambiar de opinión.
Solté un largo suspiro mientras dejaba caer mis hombros y hacia un pequeño berrinche. Miré a las demás mientras les guiñé un ojo, en señal que era hora de ejecutar el plan B. Corregí mi postura de nuevo, poniéndome recta mientras las demás se apegaban a mi —que gran espectáculo se va a formar—; nos unimos todas. Sin dejar ningún espacio. Todos nuestros cuerpos estaban pegados, parecíamos una lata de sardinas, y yo era la sardina del medio; aplastada por las demás sardinas.
Colocamos nuestros brazos flexionados en nuestro pecho, soltamos las manos dejándolas caer, imitando uno de los trucos por una mascota. Ahora estábamos como unos perritos en dos patitas, aunque eso no era lo que realmente queríamos imitar. Era algo mejor. Después de estar todas en esa posición, doblamos un poco nuestras rodillas y dirigimos nuestra mirada hacia James; era necesario el contacto visual absoluto. Lo miramos directamente a los ojos, y comenzamos la última fase: carita tierna. Lo que mandaba aquí era la ternura que debíamos transmitir con nuestros preciosos ojos.
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"Una historia de..."
Romance«Intentar definir la historia que leemos es algo difícil y fascinante a la vez, pero... ¿por qué no definirla con puntos suspensivos?» Era lo que siempre se preguntaba Alessia, una joven soñadora que anhelaba una aprobación y un abrazo sincero; quie...