Giraba de manera extraña, los relojes de ciudad no funcionaban. Sospechosamente él le había dicho que lo quería ver todos los días, pero nunca se refirió a cuanto sería un día según lo que él quería planear.
- Otra vez el saliendo con sus trucos -murmuro- ¿Que quiere ahora?.
El día pasó, o bueno, eso creía. El reloj se modifica cada momento y eso impide saber que hora es, y tal vez puede que también que día.
Pasaba la tarde. Encerrado en el departamento, en el cuarto. Tomo sus zapatos y se levantó a la cocina a hacer un café, era una tarde oscura y se veía que iba a llover.
- En cualquier momento escucho algo -susurró con desagrado-. Ya no sé ni que esperarme.
Alguien tocaba la puerta, parecía alguien conocido.
- Bartley, soy yo -gritó desde afuera-. Soy Aily.
- Oh, ya voy Aily -le gritó con alegría-. Estaba preparando un café.
Cuando abrió la puerta se topó con una sorpresa, Aily estaba hermosa. Cómo siempre.
- Wow, estás bellísima. Es ilegal presumir tanta belleza por la calle eh -dijo Bartley, más encantado que nunca-. ¿Cómo estás?, Aparte de linda.
- Pero, Bartley. -dijo en tono de risas-. Bien, venía a tu casa a ver qué hacías. ¿Tu cómo estás?
- Bien, aquí esperando que... Esperando que se haga el café. si, el café. -dijo nervioso-. Me alegra que hayas venido.
- ¿Pasó algo? -Asomó la cabeza por un borde-. Te noto un poco nervioso.
- No, tranqui. No paso nada... O bueno, eso creo yo -Miro tomando la puerta-. Entra, no te quedes aquí afuera.
- Está bien. Espero me estés diciendo la verdad, Bartley -entró, mirando los alrededores-. Tienes esto muy organizado, por eso te amo.
- Si, si, si. Lo organicé justo cuando salí de la escuela -le extendió la mano-. Ven, siéntate aquí. Emmm, ¿Quieres café o algo de tomar?.
- Dale, café está bien -tomó su teléfono y puso música-. ¿Bailamos?
- Eh, está bien -ríe mientras dejó la taza de café sobre la mesa-. ¿Que quieres bailar? Bailar contigo debe ser genial.
- No sé mucho de bailar. Se bailar tango. ¿Te gusta? -arrugó la nariz mientras buscaba tango-. Este me gusta mucho.
- Amo que te guste el tango, también me encanta -mira su teléfono-. Ese está muy bien, le gustaba muchísimo a... mi familia, si.
Puso el tango y juntos bailaron aquellas canciones de tango, canciones que describían el sentimiento que ellos dos trataban de ocultar. El cual era obvio que se notaba.
- ¿Y qué tal? -pregunto Aily muy sonrojada-. Bailas muy bien.
- Me encantó. Que bien se siente bailar contigo -le miro los labios-. ¿Quieres acostarte un rato en la cama mientras escuchamos tu música favorita?.
- ¿Enserio quieres hacer eso? -pregunto muy tímida-. Claro que quiero. Me encantaría.
- Dale, ven -tomó su mano-. Aquí puedes acostarte. Voy a poner la música mientras.
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Aquel invierno
RomanceBartley, un chico escoces que vive con sus tíos. Bartley intentara mantener una vida cómoda, una vida en la que pueda estar tranquilo y sentirse en paz. Lo que no sabe es los grandes problemas que va a pasar y tendrá que superar para cumplir sus me...