Capitulo 2: El primer día es agotador.

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Andrés se mantenía atento a sus nuevos compañeros. Pudo notar que la chica a su lado se llamaba Alba, pues su lapicero tenía su nombre. Ella se mantenía ocupada en sus apuntes, de vez en cuando, intercambiaba mensajes con otra chica delante de su escritorio, esta se veía más desalineada, con el cabello chino y una expresión de aburrimiento constante. No obstante, la persona que más le llamó la atención era un chico alto, de ojos pequeños y semblante dura, este muchacho había debatido con el profesor de ética sobre el concepto de madurar, de hecho, había una parte que puso a reflexionar a Andrés:

- Madurar hace referencia al crecimiento de una persona. Una persona madura no pierde el tiempo con juegos y sabe aceptar órdenes de sus superiores...

- Perdone la interrupción, pero creo que se equivoca con el último punto. Aquel que haya crecido es capaz de tomar sus propias decisiones, si una orden está equivocada, es natural rechazarla. No creo que estemos en este mundo simplemente para obedecer como ovejas.

- No estás del todo equivocado Gabriel, pero esa actitud rebelde no dura para siempre, cuando crezcas, entenderás que no vale la pena.

Cuando llegó la hora del receso, Andrés estaba dubitativo de ir a la cafetería, pues no quería que todos lo vieran comiendo sólo, además, había tenido un pequeño accidente la clase anterior, esto le molestaba mucho, pues lo hacía sentir "vulnerable".

Había encontrado un pequeño rincón alejado, ahí comenzó a degustar el sándwich que su madre le había preparado. Sin embargo, un chico había salido de las sombras y se había sentado a su lado, pudo reconocerlo de su clase, era esbelto, de mediana estatura, y unos profundos ojos negros:

- No deberías estar comiendo sólo, los demás pensarán que eres raro.

- Lo siento, pero la verdad no soy muy bueno conociendo personas.

- Eres del tipo tímido ¿eh?, bueno, estás de suerte. Mi nombre es Asmodeo, y creo que podemos llevarnos bastante bien, Andrés.

- Pues, muchas gracias. La verdad estaba un poco nervioso. Te vi hablando con otros en la clase, por lo que supuse que ya tenías tu grupo establecido.

- En parte... Nos gusta conocer personas interesantes, y tú pareces serlo. Si quieres unirte, te esperamos a la salida en la cancha.

- Me gustaría, pero mi mamá vendrá y ella sale con prisa.

En ese momento, el gesto de Asmodeo se frunció, pero rápidamente recuperó su sonrisa:

- En ese caso, no te preocupes. Ya tendremos oportunidad de ponerte a prueba. En fin, nos vemos.

Andrés se quedó pensando en la última parte ¿a qué se refería con ponerlo "a prueba"?. No le dio muchas vueltas, y regresó a clase.

Casi al final de la jornada, la maestra de español se dirigió hacia la clase con un aviso:

- Bueno pequeños, ya que Andrés es nuevo, necesita un equipo para el proyecto de fin de año escolar. Recuerden que deben representar un libro de principio a final, actuando los personajes, creando escenarios, etc. ¿Alguien lo quiere?

La mayoría de estudiantes bajaron la cabeza, muchos volteaban a otro lado, Asmodeo discutía con sus 2 amigos si valía la pena. Para Andrés, fue un sentimiento de exclusión muy fuerte, sabía que era nuevo, pero le sorprendía que nadie le diera una oportunidad. Hasta que una chica levantó la mano, para su sorpresa, era la misma que le había sonreído:

- Puede estar en el nuestro, sólo somos Sofía y yo.

- Alba ¿estás segura?, no creo que valga la pena – le dijo su amiga en voz baja.

- Claro, todos merecemos una oportunidad. Además, nos puede ayudar con los papeles masculinos.

- Pero... En ese momento Alba se volteó a su amiga y le hizo una expresión del tipo "por favor". Sofía se rindió ante el gesto, pues sentía debilidad por él. Entonces dijo – Está bien, si promete trabajar.

- Bien, pueden hablar cuando acabé la clase – concluyó la maestra.

Al acabar la jornada, Andrés quedó que se reunirían en una plaza comercial el sábado. Al llegar a la puerta, vio a su madre, quien le hizo un gesto para que entrara al carro:

- ¿Cómo te fue cariño? – le dijo mientras encendía el motor.

- Agotador, pero supongo que bien.

- Te dije que todo iría bien. ¿estás mojado?

Andrés bajó la cabeza, se comenzó a tocar la punta de los dedos. Su madre conocía el gesto, así que supo la respuesta inmediatamente:

- No te preocupes, cuando lleguemos te cambio, si quieres, puedes dormir una siesta en lo que llegamos, hay algo de tráfico.

El chico le hizo un gesto a su madre, quien le pasó una almohada del asiento del copiloto. Trató de conciliar el sueño, pero el calor era inmenso. Entonces su madre le indicó:

- Si te hace sentir más cómodo, puedes quitarte el uniforme, nadie te va a ver mientras estés acostado.

Le daba un poco de pena hacerlo frente a su madre, pero sentía tanto calor que decidió tomarle la palabra. Comenzó con los zapatos, luego con las medias (las cuales eran muy infantiles), luego con la camisa y finalmente con los pantalones.

La mujer no pudo evitar expresar un "aww" al ver a su hijo de 10 años sólo en pañal, el cual estaba ligeramente amarillo y llevaba el dibujo de un robot en la parte central. Para rematar la escena, Andrés se llevó el pulgar a la boca.

El pequeño secreto de AndrésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora