Capitulo 12: Exposición

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La mañana se presentaba más fría que de costumbre, las nubes se presentaban en tonos grises y la luz del sol apenas era visible. No era un clima común en invierno.

Andrés seguía durmiendo plácidamente cuando su hermana entró con sigilo al cuarto, deslizándose sigilosa hacia la cama, comenzó a hacerle cosquillas a su pequeño hermano, quien se despertó con una risa estridente.

- Para, ¡me rindo! ¡ME RINDO!

La chica de veinte años separó sus manos y le dio un beso en la frente:

- ¿Dormiste bien pequeñín?

- Tengo diez años ¿hasta cuándo dejarás de ponerme sobrenombres?

- Para mí siempre serás un pequeño bebé, da igual que tengas diez u ochenta años.

Entonces volvió a hacerle cosquillas, provocando que se le escapara un poco de pipí del pañal:

- Parece que alguien necesita un cambio.

Andrés solo bajo la mirada. Ana puso una pequeña manta de plástico en el suelo y lo ayudó a salir de la cama. Mientras lo cambiaba, le comentó lo siguiente:

- He notado que últimamente estás de mejor humor y eso me alegra mucho. Hasta parece que te diviertes en la escuela.

- Supongo que sí, estoy emocionado por presentar mi proyecto de español.

- ¿Es todo? – preguntó con perspicacia - ¿Cómo son tus amigos?

Andrés sonrió levemente al escuchar esa palabra. Su hermana ya había acabado de cambiarlo y ahora le ayudaba a ponerse el uniforme.

- ¡Son geniales! Diego siempre está lleno de alegría, deberías verlo, parece un tifón. Gabriel es muy inteligente, sabe que decir en cada clase, Sofía es genial en los deportes ¿sabías que ganó una medalla de atletismo? Y Alba es... – sus ojos centellaron momentáneamente, sentía extraño en el pecho al hablar de ella - Ella es la persona más amable que conozco.

Ana prestaba atención a los detalles. Se sentó en la cama y le hizo una señal para que la acompañara:

- ¿Recuerdas la noche que mamá estaba ocupada trabajando y yo te vine a desear dulces sueños?

- Sí, yo estaba triste por mamá.

- El caso es que tú me preguntaste si eras una carga y yo te dije que saldrías adelante. No eran diálogos vacíos, verdaderamente creía en ti, y me has demostrado que tenía razón. Tienes un gran corazón, llévalo siempre en alto.

Andrés la abrazó con toda su fuerza, no era necesario decir nada, ambos sabían la potencia del sentimiento. Era un vínculo tan fuerte, que nada podría romperlo.

- Bueno bebe, debemos darnos prisa o llegarás tarde.

- ¡Que no me digas bebé!

Volvieron a competir como hace un mes, pero para sorpresa del lector, Andrés llegó antes a la mesa. Desayunaron entre bromas y cada uno salió hacia su escuela. Iba con su madre, mientras su hermana tomaría el autobús.

Antes de que el muchacho bajara del coche, la señora Helena le dedicó unas palabras de aliento a su hijo, como el primer día de clases. Sin embargo, había algo diferente.

El ambiente estaba más frío que antes y se percibía una sensación de peligro. Andrés no entendía porque sentía eso, pero cuando entró, descubrió que varios chicos lo veían y luego se reían. Antes de llegar al salón, encontró a Alba, estaba hablando con una profesora, esperó a que terminara y luego caminaron juntos, Andrés ya había comenzado a sentirse inseguro:

- Me siento extraño.

- ¿A qué te refieres?

- Todos me voltean a ver, luego intercambian diálogos y se ríen.

Alba examinó con cuidado el entorno, comprobando la veracidad de dicha afirmación:

- ¿Qué crees que haya pasado? – preguntó Andrés en voz baja.

- No lo sé, pero deberíamos apresurarnos. A mí también me preocupa.

Al llegar al salón, la mayoría de chicos guardaron silencio. Los miraban fijamente mientras murmuraban. Sofía se encontraba durmiendo en un pupitre, sin darse cuenta de lo que acontecía alrededor:

- Sofía, ¡Sofía! – Alba la movió repetidamente hasta que despertó.

- Eh, ¿qué? ¿qué pasó?

- Todos actúan muy raro, llevan mirándonos y susurrando todo el rato ¿sabes por qué?

- Ni idea, yo llegué directo a descansar.

Unos chicos entraron por la puerta, cuando vieron a Andrés, se acercaron y comenzaron a hacer unas bromas de muy mal gusto:

- Oigan, ¿sabían que teníamos un bebé en la primaria? ¿cómo está tu pañalito?

Andrés acaba de oír bien ¿acaso ellos lo habían descubierto? ¿Sabían que usaba pañal? Eso era imposible, siempre era muy cuidadoso con los cambios, trató de ignorarlos, pero estos no se detenían:

- ¡Aww! El bebé todavía no sabe hablar y necesita que sus niñeras lo hagan por él.

- Quizás está mojado, deberíamos revisarlo – gritó uno desde el fondo.

Antes de que pudiera defenderse, consiguieron bajarle un poco el pantalón. Sofía se levantó bruscamente y empujó a uno de los chicos, haciéndolo caer. El resto corrió rápidamente, Sofía tenía mucha fuerza física y era alta para su edad.

- ¿Quién te dijo que él usaba protección?

- Cálmate, era solo una broma. A todos nos llegó anónimamente esta foto.

Al mostrar el teléfono, los tres amigos vieron con horror que aparecía Andrés solo usando un pañal, estaba en los vestuarios de gimnasia, se veía claramente que había sido hecha en la primera hora del día.

Nuestro protagonista estaba paralizado, ahora todos lo sabían, aquello que ocurrió hace años se repetía, no quería abandonar Claudio de Lorena, se sentía feliz con sus amigos. Las emociones fueron tan fuertes que corrió, no le importaba nada, sólo sabía que no quería estar ahí. Alba trató de detenerlo, pero no tuvo éxito.

Sofía estaba realmente furiosa, aventó el celular del chico por la ventana y le dijo que se largara. En un rincón, Asmodeo observaba pasivamente la escena mientras reía en su interior. Él no había olvidado lo ocurrido en el pasillo, y finalmente había conseguido una venganza apropiada.

El pequeño secreto de AndrésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora