Capitulo 8: Una verdad incomoda.

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La situación se había convertido en un infierno. El pobre Andrés se encontraba expuesto ante dos chicas, su pañal se había sobrecargado y ahora tenía que lidiar con la vergüenza de haber mojado la cama.

Las emociones del chico lo superaron hasta tal punto que rompió en llanto, ya no le importaba que pensaran, sólo quería escapar. Se levantó lo más rápido que pudo, y sin dirigir una palabra, corrió hacia el baño.

Alba hizo el amago de seguirlo, pero no sabía si era lo correcto, Sofía por su parte estaba meditando acerca de la situación. Ambas permanecieron en silencio hasta que finalmente se les ocurrió una idea.

Andrés se lamentaba desconsoladamente, creía que su vida estaba acabada, tendría que mudarse otra vez de colegio, seguramente su madre volvería a hacer lo imposible para encontrar alguna buena institución. Se culpaba por no poder aguantar y volver a ser una carga. Para su sorpresa, vio entrar un pequeño sobre bajo su puerta, estaba improvisado con una hoja blanca, al abrirlo, pudo leer lo siguiente:

"Lamento mucho no poder expresar lo que siento con palabras, me tomó por sorpresa que te ocurriera esto, así que no reaccione como debería.

Desde que te conocí, me agradó tu personalidad tranquila y sosegada. Se notaba que te costaba socializar y necesitabas un impulso. Me parecía tierno que te gustaran tanto los superhéroes, que te emocionarás como un niño pequeño por entrar a la juguetería. Veía reflejado un lado que extraño de mi propia infancia.

Hoy tuviste un accidente, es algo que le puede pasar a cualquiera y no tienes de que avergonzarte. Nos da igual si usas o no usas pañales, no te vamos a presionar para que te abras con nosotras, pero si quieres hacerlo, te apoyamos.

- Con cariño, Alba y Sofía"

Andrés no podía creer lo que leía, estaba confundido, asustado, pero a la vez sentía calidez en esas palabras, respiró profundamente y abrió la puerta. Pudo ver a ambas chicas recargadas en la pared, se acercó tímidamente, pero Sofía lo abrazó. Volvió a romper en llanto, pero esta vez era diferente, estaba expulsando todo el dolor que había guardado por tanto tiempo.

Los tres regresaron a la habitación de Alba, teniendo cuidado de no despertar al resto de la familia de la chica. Ahí, Andrés se recostó en suelo, los pañales se transparentaban a través de la mancha de su pantalón. Alba le hizo una señal Sofía y esta volvió a salir de la habitación.

- Escucha Andrés, sé que estás pasando por algo muy complicado y no quiero presionarte, pero no puedes quedarte con un pañal mojado, te puedes rozar. Si quieres, te puedo cambiar. Cuando viajo con mis papás, mi hermanito usa pañales, por lo que tengo experiencia con estas cosas. ¿Quieres que te cambie yo, o prefieres hacerlo tú solo?

Nuestro protagonista estaba muy avergonzado, más aún porque realmente no sabía colocarse un pañal, siempre era cambiado por su hermana o su mamá. Por lo que, de una manera muy tímida, casi como un murmullo dijo lo siguiente:

- Cámbiame tú, por favor.

Alba se apresuró a desvestirlo, la playera había sido empapada por la parte baja, por lo que se la quitó. Luego procedió con cuidado a quitarle los pantalones, no tuvo problema, pues Andrés ya estaba descalzo. Finalmente sujetó el pañal y rompió las cintas, cuando hizo eso, Andrés solo cerró los ojos con mucha fuerza, como si la humillación de hacerse encima no fuera suficiente, ahora estaba completamente desnudo. La chica notó esto, y apuró el proceso, a ella no le sorprendía, pues su hermanito tenía los mismos gestos. Le colocó algo de talco en sus partes íntimas y sacó un nuevo pañal de la maleta del muchacho. Finalmente, cerró las cintas, pensó en acabar de vestirlo, pues en cierta forma disfrutaba de mimarlo, pero no quería hacerlo sentir más inseguro.

- Bueno, ya está. Puedes vestirte en lo que yo lavo las sábanas y la pijama.

Cuando Alba salió, Sofía esperó un rato hasta estar segura que Andrés estaba vestido, y luego entró. Se sentó a su lado y comenzó a hablar muy tranquilamente.

- Sabes, en un principio no estaba muy segura de que te juntarás con nosotras, pensaba que eras muy raro, pero realmente me alegra haber estado equivocada. Me agradas – hizo una pequeña pausa y luego continuo – La verdad, me tomó con mucha sorpresa que amanecieras así, cuando me levanté y lo vi, pensé en reírme, pero cuando vi tu reacción, me quedó claro que no debía hacerlo. Es algo que te produce mucha inseguridad, y nadie tiene derecho a burlarse. A veces creo que soy una mala persona, que Alba es demasiado buena para mí, mis papás me enseñaron que hay que ganarse el respeto de la gente, no lo sé, supongo que a veces lo interpreto mal. Lo que realmente quiero decir es que si algún día alguien trata de hacerte menos, tendrá que pasar primero sobre mí, te juro que si alguien se pasa de listo, le daré una lección que...

Andrés le puso una mano en la espalda, entendía perfectamente lo que su amiga quería decir. A diferencia de Alba, Sofía no era muy buena para expresar lo que realmente sentía. Ella genuinamente se preocupa por el bienestar de los demás, pero era muy testaruda para expresarse.

Alba volvió a entrar a la habitación, se sentó a un lado de Sofía y expresó lo siguiente:

- Ya tendí la ropa, debería estar seca en unas horas, ¿necesitas algo más?

Andrés respiró profundamente, sus manos temblaban, pero debía liberarse de la carga que conllevaba su secreto.

- ¿Recuerdan que yo entré apenas hace un mes? Pues todo se debe a lo que me pasó en mi anterior colegio, la historia comienza así.

El pequeño secreto de AndrésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora