Capítulo 1 Todo comenzó con un simple café

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Paula

—Vámonos Paula quiero un café antes de llegar al restaurante. Después de la resaca de ayer, necesito uno bien cargado y solo hay un lugar donde me darán lo que necesito.

Pongo los ojos en blanco negando varias veces al ser arrastrada por mi amiga Isabela para ir a comprar su dichoso café. Ella se da esos lujos todo el tiempo, los cuales yo no los puedo pagar. No es que viva por el dinero, pero tengo una personita a quien mantener y depende de mí, lastimosamente no gano lo suficiente para poder comprar algo que me gusta, o sentarme en un restaurante caro, o pedir mi comida favorita sin tener la más mínima preocupación de faltarme el dinero.

—Llegaremos tarde Isa, Marcos se molestará y nos regañará de nuevo, sabes cómo se pone si llegamos tarde —la puntualidad para mí es algo fundamental, si no eres puntual en nada, tampoco serás capaz de lograr otras cosas, la puntualidad forma parte de nuestra disciplina. Ella como siempre toma todo a la ligera, rueda los ojos y me arrastra para llevarme con ella. Y es que mi falta de carácter muchas veces hace que termine haciendo lo que otros me dicen, me he dicho varias veces que no debo de ser así, que cuando no quiero algo debo decir que no, y nadie debería molestarse por eso, si lo hacen no vale la pena.

—Si te das prisa no llegaremos tarde. Mueve ese hermoso y voluptuoso trasero y camina. — me carcajeo echando mi cabeza hacia atrás. Isa siempre resalta mis atributos físicos que a decir verdad no veo mucha gracia en mi persona, aunque debería tener un poco más de autoestima, después de todo, todos valemos lo mismo que el otro. Aunque muchos creen que no es así, y la sociedad nos margine por no nuestra condición social, o por no poseer un físico perfecto, cosas vanas que nos hacen sentir miserables.

— ¿Qué?— me mira sonriendo. —Es cierta Paula, mira ese trasero. — inclina su cabeza hacia atrás para mirarme mientras muero de vergüenza. No me gusta para nada que digan cosas como, tienes el trasero grande, o unos senos grandes, no me gusta y de hecho me da mucha vergüenza.

—Yo no sé qué haces sin novio, si fuera tú tendría a mil hombres a mis pies. — solo sonrío sonrojada, la verdad no he tenido tiempo para hombres en mi vida. Y cuando llegue el indicado lo sabré, no tengo un tipo de hombre porque lo físico queda delegado a segundo plano, lo que me importa es el corazón, los sentimientos y la forma de tratarte con respeto y amor. Eso es lo que busco en un hombre y también puedo sacar a relucir su sonrisa. Sí, es algo superficial, pero me gustan los hombres con una bella sonrisa en el rostro.

—Isa, ningún hombre me mira, no soy bonita deja de decir tonterías.

— ¿Qué no eres qué? Estás demente Paula, si tú no eres bonita entonces nadie lo es. Por Dios, ¿Acaso no te miras al espejo? ¿No tienes uno en tu casa? Si no tienes te la presto. — ruedo los ojos, ella si no exagera no es mi amiga. Pero ella me levanta en ánimo, debo agradecérselo.

—Ya, camina rubia loca —digo tomándola del brazo al ver en mi campo de visión la bendita cafetería, como si yo tuviera dinero para comprarme un café aquí todos los días. Aquí solo compran personas con dinero, pero como Isa cree que ella es multimillonaria pues aquí estoy siguiéndola en sus ocurrencias. Algún día aprenderé a decir que no.

—Yo te compraré uno, tú tranquila. — aclara.

Es una cafetería bastante costosa, pero de verdad venden los más delicioso cafés con donas, al menos una vez al mes cuando cobramos nuestro salario mensual, venimos a comprar uno. Puedo darme ese pequeño gusto, usando la típica frase "para eso trabajo"

—Yo puedo pagar un café Isa, tampoco es para tanto — ella me abraza dejando un beso en mi mejilla —Por eso te quiero pelinegra, eres mi mejor amiga —le regalo una sonrisa—. Creo que soy la única amiga que tienes Isabela —hace una mueca de desagrado y luego encoje sus hombros.

Eres mi Adicción (Ida Gonzalez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora