Capítulo 29. Advertencia.

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Dante

Fui a buscar a Paula al restaurante hoy planeo llevarla a mi casa, quiero pasar la noche con ella y ella acepto gustosa, avisando a Katia y a su hermana que dormiría fuera de su casa.

— ¿Nena? — Me mira con esos ojitos que me vuelven nada...—Te amo. — Exclamo, ella sonríe tímida, es perfecta.

—Yo también Dante, te amo. — contesta y mi corazón da un vuelco.

Llegamos al estacionamiento de mi edifico bajándome rápidamente a abrirle la puerta, caminamos con las manos enlazadas hasta el ascensor y subimos, apenas lo hacemos la pego a la pared y le devoro la boca.

— Siente lo duro que me tienes nena. — susurro en su oído mordiendo su oreja suavemente mientras que ella gime sin poder controlarse y yo refriego mi miembro en su vientre, bajamos del ascensor entre besos, tropiezos y risas subiendo hasta mi habitación.

La veo morderse nuevamente los labios. — Ya no sé cuantas veces debo decirte que no hagas eso Paula, porque contigo no me puedo controlar.

—Tal vez no quiero que te contengas. — contesta coqueta. Amo cuando se comporta así, en realidad amo todo de ella.

—No sabes lo que estas pidiendo nena. — Sin esperar más rompo con mis manos la camisa que trae puesta,  también su sostén, y ella grita por mi arrebato.

— ¡Dante! — Jadea, intenta reclamar pero su voz queda ahogada, porque me llevo uno de sus senos a la boca y el otro lo aprieto con mis manos.

¡Aahh Dante! —jadea de nuevo mientras yo muerdo su pezón y gime más alto aun, mi otra mano va descendiendo hasta llegar al dobladillo de su falda, introduciéndolo por debajo, y mis dedos van directo a su deliciosa y húmeda vagina. Esta súper mojada. Así como me gusta.

— Mi amor, mira nada más como estás nena. — la provoco sonriendo perverso e introduciendo dos dedos en su interior, ella gime sin parar separando más las piernas invitándome a pecar aun mas, sigo devorando sus pechos con hambre. De pronto saco mi dedo de su interior y ella gime frustrada. —Dante Noo...

Sonrío al verla así tan excitada, yo también estoy muy caliente por ella , pero quiero hacer esto más placentero y jugar un poco, hacer que me desee más, así como yo a ella, si eso fuera posible.

Me alejo, voy hasta una gaveta, ella no despega la vista de mis movimientos, mientras yo tomo un juguete.

—Da.. Dante ¿Qué es eso? —tartamudea y pregunta asombrada y porque no, asustada.

—Estos mi amor. — levanto a la altura de su rostro. — Te darán más placer, de la que jamás experimentaste.

Está nerviosa, lo puedo notar, llego junto a ella levantando mi brazo para acariciar su mejilla y la beso.

—No te voy a lastimar Paula, no tengas miedo, solo haré que disfrutes amor.

— ¿Sabes que son estos? —Niega moviendo su cabeza. — Son pinzas. —Ella abre grande los ojos.

— ¿Y que harás con eso, colgaras las ropas en el tendedero?  — Suelto una carcajada, mientras sus ojos se abren como dos esferas gigantes.

—Si amor son para ti, bueno en realidad para tus pezones.

—¿Pezo que? — no la dejo hablar porque vuelvo a chupar sus senos y morder la punta hasta dejarlos súper duros, y ahí aplico la la primera pinza y ella jadea, echando la cabeza hacia atrás, la estimulo acariciando su clítoris.

—¿Te gusta amor? —Pregunto, deleitándome con la visión que tengo frente a mí, Paula perdida en el placer.

— Si si me gusta, pero duele — tartamudea excitada, aplico la otra pinza en su otro pezón y meto mis dedos en su coño. —¡Dante! — gime, sintiendo como sus fluidos corren por mi mano, se ha mojado aun más y mi verga duele, demasiado. Me incorporo y veo sus pechos duros con las pinzas en ambos pezones, ella abre los ojos hipnotizándome, perdiéndome en ellos.

Eres mi Adicción (Ida Gonzalez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora