𝐟𝐚𝐦𝐢𝐥𝐲

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Hace 2 años, 2003.

Llevaba unos meses fuera de la correccional y mi vida había cambiado por completo.

Ahora tenía amigos, y no precisamente cualquieras, los mismísimos de la Tokyo Manji Gang.

Mi relación con Keisuke cada día era más cercana, aunque ambos éramos conscientes de que le gustábamos al otro, y no solo nosotros lo sabíamos, absolutamente todas las personas que nos rodeaban lo sabían.

Los lazos más fuertes, además de él, eran con Draken y Mikey. Ambos eran como hermanos para mí.

Draken tuvo una historia similar a la mía, creció solo y sin familia. Mientras que Mikey veía en mi un atisbo de su fallecido hermano Shichichiro.

De a poco les fui contando sobre mi pasado, y me aceptaron con él y me apoyaron al respecto. Cuando Manjiro se enteró de lo que mi padre me hacía, fue como ver a otra persona. Draken tuvo que golpearlo para que no saliera sin pensar a cometer una locura.

Creo que jamás había pensado que sus ojos podían oscurecerse de esa manera.

A Baji aún no le había contado todo, porque me daba miedo que me rechazara. Me estaba gustando demasiado como para cagarla de alguna forma.

También me habían presentado a Emma, la hermana menor de Mikey. Era muy adorable y teníamos casi la misma edad, por lo que de a poco comenzábamos a compartir más y más.

Durante las reuniones de la ToMan (que de a poco crecía) nos apartábamos para tener nuestro momento de chicas.

Ellos eran todo para mí.

Me había comprado un departamento, aunque el dueño legal era el cuidador de Draken, pero prometió inscribirlo a mi nombre una vez cumpliera 18. A mí no me importó, aunque él quisiera quitarme mi nueva casa, tenía dinero suficiente para comprar otra.

Porque sí, la cantidad de dinero que mi "padre" me dejó, era algo casi inimaginable para cualquier niña de 12 años.

Pero algo insignificante para un narcotraficante de su nivel.

Incluso me compré una moto nueva y hermosa, Mikey y Draken pasaron días enteros discutiendo sobre qué modelo era el más adecuado. Y dieron en el blanco.

Una YZF-R1 del 2002.

Comencé viviendo sola, pero feliz. Estaba por fin en un lugar de paz.

Comía lo que quería, salía cuando quería, dormía cuando quería...

Básicamente hacía lo que se me diera la gana, ¿Cuántos niños de 12 años pueden decir lo mismo?

Pero a veces, cuando la señora Kyoko me invitaba a cenar, cuando el abuelo de Mikey me insistía en quedarme a comer con los Sano, o cuando Mitsuya me invitaba a pasar la tarde con sus hermanas pequeñas, sentía un vacío enorme.

Añoraba una familia.

A veces deseaba tener una mamá con la que pelear pero que al final del día me dé un abrazo, un padre para ser rebelde pero que me compre cosas y me diga que está orgulloso de mí, hermanos para jugar y compartir mis días.

Me había resignado que me había tocado vivir sola. Tenía lujos para desbordar, pero sola.

Todo esto se los había dicho a los chicos, quienes siempre me tendieron una mano para disminuir el sentimiento de soledad, desde hacerme reír hasta quedarse a dormir conmigo.

Un día, Mikey nos había citado en el santuario como de costumbre. Acompañé a los chicos con gusto, pero noté de inmediato algo extraño en sus rostros apenas llegué.

𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋 - Tokyo Revengers x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora