1. Primer encuentro

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Capítulo 1

Sí el mundo fuese un lugar seguro, no existirían personas rotas por dentro, ni seres sin sentimientos.

Un nuevo año escolar, un nuevo colegio, y una nueva travesía. El Revolution School apenas pudo conmigo, así que dudo que el Discipline School pueda retenerme por mucho. Ya me han expulsado de tres internados, uno más no sería problema.

La afluencia de estudiantes me resultaba poco agradable, el perfume se mesclaba con el sudor y el aire acondicionado del lugar. No me gustaba mezclarme con los demás, tampoco me gustaba destacar, solo me gustaba ser yo misma, serme leal a mí misma, y ya, por eso en medio de un monto de hijos de papi y mami, vistiendo conjuntos finos de las marcas más caras del mundo, estaba yo, con mis gafas de sol oscuras y mis clásicos baqueros con una camiseta básica color roja, una chaqueta jean con estampados de RBD, mi banda favorita. No me importaba parecer un fenómeno, ni la rarita a la que nadie le habla por miedo a recibir un putaso en la cara, y es que ¿quién se atrevería a hablarme sí raramente dejo de hacer mohines y muecas de fastidio hacia todos?

—Señorita, debe acercarse al área norte, allí encontrara el edificio de los dormitorios, en el primer piso encontrara la nómina con nombres, allí conocerá a que cuarto ha sido designada— la extraña mujer que segundos antes se había presentado como secretaría del del área de admisión del colegio, termino su extenso discurso de bienvenida hacia mi padre, para luego dirigirse a mí con una sonrisa.

Mi padre estrecho su mano, y agradeció en mi nombre la indicación, no sin antes fulminarme con la mirada. Notoriamente estaba aquí contra mi voluntad, y de lo que menos ganas tenía era fingir todo lo contrario y hacer vida social con la funcionaria, aunque siendo sincera, nunca me ha gustado hacerlo, las pocas amistades que he tenido las he ido perdiendo a lo largo de mi vida, ya sea por la distancia, por el descuido, o que se yo, dejo de verlos, perdemos contacto y cada quien a su mundo de mierda.

—Descuide señor Manovan, nuestra especialidad, es la disciplina— la mujer me hecho una mirada que dictaba una extraña satisfacción. Esta muy pero muy mal de la cabeza sí cree que va a poder conmigo.

Volque los ojos y sin despedirme o dar el clásico agradecimiento por las indicaciones antes de salir, me dispuse a encajar mi bolso sobre mi hombro y caminar por el pasillo, a dónde sea que no tuviera que respirar el maldito aire de la hipocresía emanado tanto por mi padre como por la funcionaria esa. El primero solo quería deshacerse de mi y la segunda solo quería el dinero que mi estancia aquí le traería a su amado colegio, el cual por cierto no se cansó de alabar.

—¿Qué diablos te pasa María Elisa? — el brusco agarre de mi padre sobre mi codo me detuvo. Él nunca se media en fuerza, me lastimaba, y sí no fuese porque estamos a mitad de un pasillo público podría hasta quebrarme el brazo. Gracias a Dios un par de padres pasaron por el pasillo y se vio obligado a disimular y soltarme — Te dije que te comportaras, al menos hasta que yo me fuera— me espeto con furia, pero con un tono de voz bajo, asegurándose de que nadie lo oyera.

—Y eso hice padre, no abrí la boca en ningún momento— me defendí frotándome disimuladamente el codo. Dolía, diablos cómo dolía.

—No te hagas la chistosita conmigo. Solo espero que aquí te endereces, pague una suma bastante considerable para que soporten y castiguen cada una de tus indisciplinas, escapar de aquí no te será fácil, e incluso sí llegaras a hacerlo, recuerda que tengo contactos hasta en los barrios más despreciables del país, no me interesa que seas mi hija, una llamada mía y estarás de vuelta en la casa, y cuando lo hagas, voy dejarte morada la espalda de los golpes que voy darte por desobediente, así que sí te tienes un poquito de estima más te vale quedarte aquí adentro, porque no pienso gastar ni un centavo más en ti ¿me entendiste?— otra vez me estaba presionando con fuerza el codo, su mirada estaba clavada en mi cabellera, y yo tenía los labios fuertemente apretados para evitar gemir del dolor. Me limité a asentir con la cabeza cuando el dolor llego al punto más insoportable.

R-D : Discipline and Revolution [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora