-¿Te vas a quedar aquí?.
Miré a Hanako, estaba ya recostada en su cama, la había arropado y apagado la luz, solo que quería ver qué se quedará dormida para poder irme a gusto a dormir, aunque la verdad odiaba mi habitación, al compartirla con Chifuyu el espacio se redujo casi a cero, por lo que ahora tenía que dormir en un futón, y con Hanagaki seguro sería más incómodo.
-Me iré en cuanto te duermas.- Le respondí mientras acariciaba su cabello, me iría a dormir al sillón, aunque era incómodo lo prefería.
-No creo poder dormir.- Susurró
-¿Necesitas otro cobertor?.- Aunque era verano por la noche la estancia se sentía más fría a lo habitual, seguro era por que afuera había comenzado a llover.
-No, no es eso...
Me miró por un largo momento.
-¿Que sucede?.- Acaricie su rostro intentando reconfortarla.
-Temo despertar en mi antigua casa, que todo haya Sido un sueño.
Mi corazón tembló, no quería que pensara en eso, en lo que sucedió, en Takahiro, en los bastardos que le hicieron daño, incluso su jodido viejo.
-Esta bien, si estás conmigo te prometo que ya no habrá tristeza, serás feliz siempre.
Te tendré en un altar como una Diosa, veré por tu entera felicidad y buscaré a toda costa que no sufras de ningún modo.
Ella sonrió tiernamente mientras cerraba sus ojos, entonces mi mano fue a dar a su mejilla y acaricie con ternura nuevamente.
- Quédate.- Susurro bajito.
Tomó mi mano que estaba en su mejilla y la jalo para que me metiera a la cama con ella.
-¿Está bien si hago esto? .- no quería asustarla, mucho menos hacerla llorar.
-Tranquilo, está bien, me gusta tenerte cerca .
Me acomodé a su lado y nos miramos frente a frente, puse mis manos entre mis piernas para evitar tocarla y hacerla sentir incómoda, pero ella volvió a tomar mi brazo y lo jaló hacia su cintura, se acercó más a mi; no lo voy a negar, mi corazón latió rápido y mi respiración se hizo más pesada.
-Dios...
-Esta bien si me abrazas, no hay problema.
Entre la oscuridad y la poca luz que venía de la lucecita de noche que había colocado pude ver lo sonrojada que estaba, seguro yo también lo estaba, me sentí como un virgen hormonal durmiendo junto a una chica por primera vez.
Hanako tomó iniciativa y subió un poco más su rostro para alcanzar mis labios, primero fue un beso pequeño, como un roce, el segundo fue un poco más largo, volvimos a mirarnos buscando respuesta en los ojos del otro. ¿Quieres lo mismo que yo? Preguntaba con la mirada intentando que ella me respondiera, la respuesta llegó en un beso tierno y profundo, esta vez ella tomo mi rostro y comenzó a rodar con la intención de que yo quedará arriba, cuando sentí mi cuerpo encima de ella puse mi peso en mis rodillas y brazos, ¿Cómo había acabado entre sus piernas?. Me separé de ella despacio, juré que se me había salido un gruñido ronco al alejarme, no quería dejar de besarla, y entonces la miré.
Estaba recostada, las mejillas rojas y sus ojos preciosos me miraban de arriba a abajo, estaba respirando pesado.
Miré justo entre mis piernas, su sexo estaba demasiado cerca de el mío, en algún momento me había calentado tanto que mi pene se había erectado por completo.
Miré a Hanako, seguro estaba avergonzada, en algún momento seguro rozamos.
-Dejémoslo aquí.- Dije con la poca voluntad que aún tenía, viéndola desde este ángulo solo despertaba el instinto que me pedía hacerla disfrutar como a nadie.- No quiero portarme como un idiota contigo, no debería.