Aún un par de horas después de haberme recostado seguía despierto y un poco ebrio, miré a Hana dormir tranquilamente mientras acariciaba levemente su barriga, no sé si era parte de mi ebriedad o algo por el estilo, pero el pequeño gusanillo se movía demostrando que efectivamente él estaba allí.
Joder, Takahiro Yuri.
Me lamenté un poco, el jodido demente que estaba loco por el dinero, totalmente cegado, fué capaz de vender hasta a la persona que amaba.
Perdóname gusanillo, fui parte de eso y no pensé que me sentiría así de mal al ver a tu padre muerto, pero, no me arrepiento, porque así yo podré ser tu papá y haré feliz a mamá.
Me levante de la cama solo para buscar de forma torpe mis pantalones en el piso, al encontrarlo saqué el teléfono de el bolsillo, Hanako había levantado un poco la cabeza, y se sorprendió al ver como estrellaba el teléfono contra la pared más cercana dejándolo inservible: tenía que hacerlo, ella me estaba pidiendo dejar atrás mi pequeño negocio, y aunque mis clientas eran solo eso, la verdad es que las pocas que me quedaban si las estimaba, estaba seguro que si me pedían una última cita seguro se las concedería, así que esto era lo mejor, desaparecer y que Hanako sea mi prioridad.
-¿Qué fue eso?.- Preguntó cuando volví a la cama.
-Lo pensé por unas horas y bueno, ahora ellas ya no tienen forma de comunicarse conmigo, por lo que ahora soy todo tuyo.
Siempre he sido tuyo, te pertenezco.
***
Nuevamente había despertado al lado de ella, y aunque tenía un dolor de cabeza casi mortal, solo podía pensar en lo adorable que era dormida, la forma en la que su boca estaba medio abierta, sus largas pestañas alineadas, su nariz pequeña algo roja; todo en ella era perfecto.
Me acurruqué un poco más para poder aspirar su aroma, sin embargo sentí un cosquilleo en mi entrepierna al chocar con ella, claro, mi erección matutina, realmente quería tocarla.
Comencé por darle pequeños besos en su cuello, para que después fueran lamidas pequeñas, con cuidado y sutileza moví mi mano hacía uno de sus senos para poder amasarlo, en cuanto mi mano se encontró ahí y sentí lo blando y calientito que era no pude evitar suspirar con hambre.
Por favor, sólo por esta ocasión déjame hacerlo.
Sus ojos se abrieron lentamente y soltó un suspiro al sentir como frotaba mi miembro en su pierna buscando un poco de alivio, ella con cuidado tomó mi rostro, sin pensármelo me subí encima suyo quedando justo entre sus piernas, seguí frotando de arriba a bajo algo extasiado.
-Hanako...-Le llamé con la voz hecha un lío.
-Keisuke...
-Realmente quiero meterla.- Intenté no sonar mal, pero jadeé un poco al intentar mantenerme sereno, ciertamente estaba totalmente loco por ella.
-No creo que debamos...- Dijo con algo de vergüenza.
-¿No te sientes bien?.- Le pregunté mientras me agachaba para poder saborear de nueva cuenta su cuello.
-No, es que... las chicas están aquí.
Abrí los ojos al tope, maldita sea, no había pensado en eso.
Mi mirada se dio la vuelta solo para toparme a Yuzuha de pie al lado de la cama con los brazos cruzados y detrás de ellas las demás aún sentadas sobre las colchonetas con las mejillas bien rojas.
-Yuzu...
No me dejó terminar, me tomó de el cabello y sin vergüenza me sacó de la cama.
-Oye, Yuzuha.- Me quejé adolorido e intentando detenerla, ya que juraba que se me saldría de el bóxer si me movía bruscamente.