Cinco meses después
La llamada llegó mientras Sehun estaba descansando frente al televisor con una cerveza en la mano. El Chelsea acababa de anotar contra el Liverpool, para molestia y decepción de Sehun. Había puesto una apuesta sobre el Liverpool, pero el maldito Kim Jongin sólo tenía que marcar y arruinarlo.
Su teléfono sonó de nuevo y Sehun miró tristemente el identificador de llamada, entrecerrando los ojos para asegurarse de que sus ojos no lo estaban engañando.
No lo estaban. Realmente era Park Chanyeol, su antiguo jefe, y un ingrato hijo de puta, el hombre al que Sehun había respetado y considerado estúpidamente como un amigo antes de que Chanyeol lo hubiera despedido hace cinco meses. Bien, tal vez no por nada, Sehun concedió eso a regañadientes, pero aun así. ¿No eran quince años de lealtad más valiosos que el juguete sexual con el que Chanyeol estaba obsesionado?
Sehun miró su teléfono antes de suspirar y acariciar la pantalla para contestar la llamada. No se molestó en charlar y dijo:
—No pensé que volvería a oír hablar de ti después de que me dijeras que me jodiera y nunca regresara —O algo por el estilo. Sehun no lo recordaba muy bien porque estaba demasiado ocupado siendo asfixiado por Chanyeol, pero la esencia del mensaje había sido bastante clara. Francamente, había tenido suerte de salir con vida. Chanyeol podía ser absolutamente despiadado cuando estaba enfadado y Sehun sabía eso mejor que nadie.
—Las circunstancias han cambiado —dijo Chanyeol—. ¿Has encontrado otro trabajo?
—Sabes que no lo he hecho —dijo Sehun, con los labios torcidos. No tenía delirios: Chanyeol no estaría llamando si no hubiera comprobado a fondo para asegurarse de que Sehun no había aceptado ninguno de los numerosos puestos de trabajo que le habían ofrecido los enemigos de Chanyeol.
—Sí, lo sé —dijo Chanyeol—. ¿Por qué?
Esa fue una pregunta justa. Sehun podría haber sido despedido de su trabajo anterior, pero era bueno en lo que hacía y no le faltaban ofertas de trabajo. Normalmente no estaría todavía desempleado. Simplemente había estado esperando la oferta correcta. Podría permitirse el lujo de estar temporalmente desempleado.
Sehun sonrió.
—Todos querían que te vendiera.
Hubo silencio en la línea. Ambos sabían que Sehun sabía demasiado sobre los negocios de Chanyeol, tanto legales como ilegales. Podría haber hecho una jodida fortuna al vender a Chanyeol.
—¿Por qué no lo has hecho? —dijo Chanyeol, oyéndose indiferente, como si no hubiera dudado ni por un momento de que Sehun no lo haría.
Sehun frunció el ceño y tomó un trago de cerveza.
—Porque aparentemente soy un idiota —Realmente era un idiota por permanecer leal al hombre que lo había pateado por un juguete sexual.
—Bien —dijo Chanyeol secamente—. Tengo un trabajo para ti.
Sehun inclinó la cabeza hacia atrás, frunciendo el ceño ante el tenue techo iluminado.
—¿Un trabajo? —No era como si Chanyeol perdonara a alguien que le había hecho daño.
—Mira —dijo Chanyeol con una voz cortante—. No pienses ni por un momento que he olvidado lo que hiciste, pero sé que tú, erróneamente, pensaste que actuabas por mis mejores intereses. Te estoy dando una segunda oportunidad. Tu última oportunidad. No la jodas.
—¿Qué, exactamente, es el trabajo? —preguntó Sehun, desconfiado pero curioso—. ¿Qué pasó? —Chanyeol era un hombre orgulloso y testarudo que rara vez cambiaba sus decisiones. No le ofrecería a Sehun una segunda oportunidad si realmente no lo
necesitaba.