Mientras estaba en aquel lugar, no podía parar de ver a Adara. Se veía tranquila pero hubo un momento en el que casi dejaba de respirar, pude sentir cómo su cuerpo se ponía más frío, sus labios dejaban de ser prácticamente rosados y se empezaron a poner de un color violeta. Su piel, su brazos estaban llenos de moretones. Su pecho que lo cubría una tela fina y delgada blanca dejaba entrever la desnudez de su cuerpo, por ello me di cuenta que no respiraba, su pecho no subía y bajaba.
Su vida se iba mientras estaba entre mis manos, no era suficiente ser su ancla a este mundo. Teníamos que sacarla de ese lugar, quería darle vida, quería darle fuerza y solo pude sostener su mano y abrazarla a mi cuerpo, para darle calor.
Miré al tlatoani, y él negó con la cabeza, aún no era el tiempo, no estaba todo terminado.
Adara antes de todo esto fue a verme, me confeso estar asustada, ella sabía que ponía en peligro su vida, y a pesar de eso era algo que ella quería hacer, que necesitaba hacer, quería demostrar que ella no era la misma, que era valiente. Quería demostrarle a todos, a Nahek, pero sobre todo a sí misma que ella era digna gobernante de las almas.
—Eres tan terca Adara. ¿Acaso no te das cuenta que sin ti...?
Las almas empezaron a salir por aquel portal que Adara había abierto con la ayuda de todos, el agua clara dejaba pasar pequeñas luces que parecían luciérnagas, solo que no había oscuridad. El agua bajo Adara se movió en ondas y lo pétalos de color anaranjado se movieron junto con las ondas. Adara quedó rodeada por estos.
No podía permitir que siguiera arriesgando su vida. Así que tomé un dije que el tlatoani había hecho de jade. Un corazón de jade hecho solo para Adara y qué me había hecho tallar desde hace tiempo, darle forma llevó bastante tiempo, mucho. Lo había empezado a tallar desde que Adara había desaparecido, el tlatoani nunca me explicó la razón para ello, solo hace unos días me había preguntado si lo había terminado de pulir ya.
Después de eso el tlatoani lo llevo a unas aguas que no eran de este mundo, pero el olor era tan agradable. Ahí estaba Xilonen quien era aun la diosa de la fertilidad, por lo tanto controlaba las aguas aún. Unas aguas que olían a rosas, pero sobre todo el tlatoani dijo que lo que protegería a Adara sería el amor.
Así que saqué de mi bolso el dije y después lo colgué en su cuello.
—Late corazón, late. Vive Adara, vive.
Saqué a Adara del agua mientras su vestido escurría de agua, solo yo era quién podía tocarla. Subí la escalinata entre el olor de aquella flor y las velas y el incienso que se habían puesto para cuidar a Adara.
Al llegar la recosté, mis manos temblaban pero tenía que ser fuerte para traerla de regreso. Su vida dependía ahora de la rapidez para actuar y de cuidarla.
—Vulve Adara, vuelve. Late corazón, late.
Decía mientras quitaba el vestido mojado y puse mis manos sobre su corazón. Sentía impotencia, pero no podía dejar que eso me afectara, ella necesitaba mi calor y mi cercanía. En un instante sentí el latido de su corazón más fuerte, el calor de mis manos estaba funcionando.
Su cuerpo estaba frío y llenos de moretones, como si hubiera sido golpeada por una gran fuerza. Había mujeres ayudando, me pasaban todo lo que necesitaba y se aseguraban de cuidar a su reina. Prendieron copal, y llevaron pieles blancas y suaves. Se habían preparado aguas, con esencias y flores, en su mayoría pétalos de rosas que habían hecho crecer Adara y Xilonen.
Quería llorar, lloraba porque no había nada que pudiera hacer para evitarle el dolor.
Si cuando estaba consciente nadie podía acercarse a ella, estando en ese estado no sabíamos lo que podía pasar, aun así ella había confiado en que la ayudaría, que cuidaría de ella.
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Así Muere Un Ángel
FantasyLIBRO 2 Cuando la oscuridad sea necesaria para salvar al mundo: Deberás rendirte a tus deseos y pensamientos más oscuros. Desearás ser la mujer que nunca debiste ser. La oscuridad se volverá tu aliada, tu consejera y también tu perdición. ¿Serías c...