Verdugo

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Aquella mujer desapareció y nos dejó con aquellas figuras que empezaron a moverse lentamente. 

—Se mueven lento, debemos aprovechar eso. 

Di la orden. Nuestro armamento incluía unas dagas del mismo material que las mías, pero había algo más que habíamos desarrollado. Habíamos descubierto que la obsidiana los debilitaba pero no lo suficiente para detenerlos, era como clavar un alfiler en una enorme esponja, podía salir algo viscoso, pero sería muy tardado y poco eficiente. Así que Adam ideó algo.

—Bien creo que es hora de probar si esto funciona o no.

Saqué una especie de arma podría decirse, recuerdo que cuando Adam hacía pruebas me reí de él. Pero ahora estaba a punto de confiar en una de sus locuras.

Apunté y jale el gatillo, salió expedida de esta una especie de red, que se iba expandiendo. Cayó sobre ellos y en las uniones había una especie de navaja pequeña. Podría decirse que era como un enorme rallador. 

Aquellas enormes babosas oscuras quedaron atrapadas, siguieron avanzando y entonces pasó... Quedaron reducidas a pequeños pesados que estaba mezclado con sangre.

Al menos algo bueno habíamos sacado de la imprudencia de Adara, y es que ahora sabíamos que podíamos exterminarlos con fuego, aunque debíamos mantenerlo controlado. No queríamos que los árboles cercanos pagaran las consecuencias. Así que planeamos esto en tres fases.

La primera estaba completada, reducirlos a pequeños fragmentos. Y luego el siguiente paso.

—Preparen el fuego. A mi cuenta... 1...2...3.

Algunos guerreros que seguían en la siguiente formación se prepararon y en cuanto di la orden, atacaron con fuego los pedazos que parecían derretirse. Aquellas criaturas parecían chillar y emanó de ellos un olor putrefacto. 

Había una línea de contención, aquellos con grandes trinchetes que en las puntas llevaban una gema oscura, los obligaban a seguir camino al volcán.

—Creo que esta todo controlado, podemos llevarlos al volcán y deshacernos de ellos.

Dijo uno de los guerreros que ahora era como mi mano derecha.

—Está bien, encárgate de ellos, y usen el agua si es necesario para que el bosque no sufra daños. Yo iré detrás de esa mujer.

Así me encaminé por una escalinata de piedra. Al parecer Adam no tenía tan malas ideas.

Me adentré en una oscuridad intermitente, pues había secciones que estaban con el techo caído y los árboles se habían apoderado de los espacios, goteaba agua y había ramas que caían hacía la parte donde me encontraba.

Caminé despacio. No tenía una buena sensación de esto, había sido fácil, muy fácil... Era casi como si fuera una distracción para que me encontraran solo.

—Al fin solo.

Escuché su voz que hizo eco en una sala enorme, seguro era uno de los cráteres que estaban adyacentes al principal, uno de los pequeños.

En la parte de en medio había una enorme roca, ahí daba directo un rayo de luz.

—¿Quieres jugar?Yo quiero jugar.

Dijo para reírse después de una forma siniestra. Me encontraba alerta, buscando de dónde venía, esperando un ataque.

—¿No te gustan los juegos?

Escuché esta vez cerca de mi oído derecho. Mientras sentí una lengua deslizándose por mi rostro. En seguida volteé pero ya no había nadie.

—Sabes delicioso, aunque no tanto como Adara. Ella es humana, un corazón latente, lastima que tú se lo hayas arrebatado.

Así Muere Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora