¿Qué hubiera pasado?

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Este capítulo es un especial, por así decirlo, en agradecimiento. No es nada del otro mundo, solo la realidad alterna si Adara hubiera conocido Nahek en circunstancias más normales. O quizá sea un nuevo comienzo. Creen que Adara tomaría la misma decisión? Yo creo que el destino es caprichoso.


No recuerdo con exactitud el día, no era nada especial.

Sólo recuerdo haber estado en la cafetería de siempre. Sentada, pensando en lo que podría ser de mi vida.

Soñando despierta en el amor, con encontrar ese alguien que cambiará mi mundo.

Prefería estar sola, divagar por el parque. Los museos o leyendo. Anhelaba el amor y a la vez sabía que no debía estar hecha para vivirlo. Era una sensación extraña. Pero me consolaba el ver parejas agarrados de la mano, o padres con sus hijos, mimándolos, queriéndolos.

Ese día había estado pensando mucho, divagando tanto que no había prestado atención a que ya había anochecido.

Así que salí aprisa para llegar antes de las diez a mi casa. Pero con las prisas había olvidado mi chamarra en la cafetería. Justo iba a salir, cuando me di cuenta que la había olvidado.

Al buscarla no estaba, iba a regresar por ella cuando al voltear, sin querer choqué contra alguien.

No recuerdo con exactitud el día, no era nada especial.

Sólo recuerdo haber estado en la cafetería de siempre. Sentada, pensando en lo que podría ser de mi vida.

Soñando despierta en el amor, con encontrar ese alguien que cambiará mi mundo. Quería alguien a quien entregarle tanto amor que tenía dentro, un amor que me daba miedo entregar, que me daba miedo sentir y saber de que era capaz, pero a la vez al no ser capaz de entregarlo sentía que me estaba envenenando yo sola. Conteniendo tanto sin poderlo entregar.

Era una sensación extraña. Pero me consolaba el ver parejas agarrados de la mano, o padres con sus hijos, mimándolos, queriéndolos.

—Perdón. —Fue lo que dije, pero al voltearlo a ver. No pude volver a hablar. Él tenía un aire misterioso, oscuro pero a la vez luminoso. Algo que sin que yo lo quisiera me atraía de él.

—Creo que esto es tuyo. La olvidaste y salí corriendo para dártela. Creo que la vas a necesitar, para protegerte de la lluvia.

Dijo una vez que lo miré fijamente. Tomé la chamarra, pero me percate de algo inusual.Deseaba mucho tocarlo, sentir aunque fuera por unos instantes su contacto.

Inconscientemente acerqué mi mano para poder rozar su mano con la mía. Pero casi imperceptiblemente, la deslizó para no tocarme.

Su piel era clara, delgado, aún así bajo su camisa negra se podía ver sus músculos definidos, sólo lo suficiente para hacerlo atractivo.

Su pelo era blanquezco, platinado. Sus manos eran fuertes y enmarcadas por venas en las manos. Demasiado varoniles. Si no era mala observadora. Podía jurar que él tocaba el piano.

—Gracias. Creo que debo irme, antes de que las calles empiecen a inundarse.— Dije sin más 

—-Si me permites, puedo acompañarte a tomar un taxi, Ángela.

¿Como sabía mi nombre? Pensé. Pero él respondió a mi pregunta señalando el café que traía entre las manos.

—Claro, mi nombre está escrito en mi café.

—Sólo estoy siendo un caballero. Te acompaño al taxi, así no te mojarás.

Dijo mientras extendía su brazo izquierdo, invitándome a pasar, mientras con la otra abría el paraguas. Iba detrás de mí con la mano que tenía libre dentro de su bolsillo. Esperamos a que se detuviera un taxi. Y así lo hizo.

Así Muere Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora