Capítulo 37

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Creo vehementemente que las personas merecen una segunda oportunidad y me agrada la idea de ser partícipe de algo de esa naturaleza. Mentiría al decir que nací con ese sentimiento o que algún evento trágico me hizo hacerlo.

No es mi caso, ese fue el de Gino, con su abuelo. Si alguien influenció en mi carrera quizás fue mi padre, aunque nunca se impuso en ninguna decisión, eso se lo dejó siempre a mamá.

—¿Tuviste éxito? —me pregunta Nails y niego al entrar al auto.

—No—le respondo soltando el nudo de mi corbata —Vamos a casa.

Nunca un caso me había tomado tanto tiempo y si no es por Gino quien medió para que lo aceptara, nunca lo hubiera hecho. No quería tener tratos con Claid, pero este aseguraba que al final de la jornada yo había hecho una obra de caridad. Estando de por medio su hermano Thaned, no lo creía "Caridad" no estaba dentro del vocablo de ese hombre.

Donde sea que Dios lo tuviera.

—¿Aun no le dicen que tienen en común Thaned y Thomas?

—No y Thomas no tiene idea del porque aparece en ese estamento —le digo y Nails parece pensar.

—Si confía en mí, yo podría buscar —confío en él, pero empiezo a creer que solo están jugando conmigo.

—No hay tal familia Nails, estoy seguro de ello —confieso —Claid está ganando tiempo, el ¿Por qué? no tengo idea.

Cuatro personas estaban dentro de ese testamento a saber, Claid, Gabriela, Thomas y un cuarto, hijo de del único hermano de su padre. Hasta no encontrar a ese individuo, de quien no tengo el nombre u ubicación, el testamento no se lee. Busco el móvil quien suena en ese instante y descuelgo la llamada.

—¿Si? —le digo a quien es.

—¿Señor Gael? —escucho la voz de una mujer del otro lado y no logro ubicarla, pese a que me es conocida la voz—Soy Carmen...

Ese frío que se instala en tus vísceras que te alerta que algo malo ha sucedido o va suceder me hace erguir en la silla y a Nails estar alerta al reconocer la voz como una de las chicas de casa.

Louise... es lo primero que llega a mi mente.

—¿Qué sucede? —pregunto al reconocerla —¿Carmen?

—Es la señora Louise o bueno su madre también...

—¿Qué hay con mi mujer y mi madre? ¡Explícate! ... ¡Acelera! —le ordeno al chofer quien asiente observándome por el vidrio retrovisor.

—Su madre salió y no quiso llevar a la niña Louise o que fuera a ver a sus padres...

"¡Mal-di- tasea! ¿Cómo no preví algo así?" Me reprende mi subconsciente. Mi madre siempre ha sido controladora cuando se trataba de nuestra salud o bienestar, Louise...

Mi Louise...

—Dios ¡Cuánto lo siento nena! —susurro más para mí —¡Abre la puerta! Tienes mi autorización.

Nails me ve colgar y se queda en silencio en espera que le diga que sucede. Hago un gran esfuerzo para controlarme, estamos a tres horas de casa y no podría llamar a nadie

—Louise está teniendo problemas con mamá —empiezo a decir y Nails no parece sorprendido, lo que me hace verle intrigado —le ha dado un té porque no quiso llevarla de compras, tampoco que se fuera con sus padres. Tiene problemas de insomnio y a mi madre, se le ocurrió la brillante idea de doparla para que no fuera inquieta. ¡Ella es todo menos eso!

Un Hombre Perfecto 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora